20.12.03

Causas perdidas

Ha despertado sudoroso, angustiado tras un vívido sueño. El aciago cura que torturó su infancia volvía a llamar a sus padres, le recriminaba duramente ante ellos su absoluta falta de fe y su incapacidad de adaptación a las normas socioreligiosas más elementales. Después, hacia mediodía, el director del periódico le ha recordado la ideología progresista del mismo, y le ha reprochado esa obsesión por defender en su columna a estudiantes agitadores, fanáticos provocadores que osan exhibir cruces o medialunas en las camisetas: es necesario resguardar la religión de la vida pública -ha dictaminado- para preservar la libertad de la ciudadanía.

Albert Rossell

19.12.03

Dopaje

Di positivo por nandrolona en la revisión médica laboral. Los de Marketing, envidiosos de mi reciente ascenso a subdirector técnico, exigieron inhabilitarme por dos años, por incremento desleal del rendimiento. Mi abogado recurrió alegando que mi cuerpo generaba naturalmente la nandrolona, debido al estrés provocado precisamente por mi relación con los de Marketing. Mientras, el director dio otra vez positivo por marihuana; quizá le inhabiliten a perpetuidad, por ejemplo nocivo para los empleados, aunque se ha acogido a un programa de reinserción mediante heroína administrada legalmente. Total, que aún no sé si cumpliré mi sanción o si primero seré director.

Albert Rossell

16.12.03

Las fotos

Buscó cigarrillos en su bolso y no los encontró. Salió a comprarlos, así que pude realizar una nueva inspección en su departamento. Buscaba algo personal: una carta de amor, fotografías, un diario intimo. No encontré nada. Me latían las sienes. Volvió. Decidí una vez más preguntar por sus recuerdos, “Amor, háblame de tus antiguos amores...” y la mismas patrañas, la falsa soledad de su pasado. Basta ya!! Le arranqué las botas y las golpeé salvajemente contra el suelo, sin sentido. Como pétalos, decenas de fotos afloraron de su escondite. En todas ellas ella misma, y en todas un hombre distinto.

Iván Tarazona
Curado

- Señor Clark, lleva usted menos de un año en nuestra clínica psiquiátrica, y he notado con satisfacción sus progresos. Sus exámenes prueban fehacientemente que ha superado sus crisis de identidad. Le informo que ya he aprobado su solicitud, será dado de alta próximamente. Pero, ¿Qué piensa hacer cuando salga?
- Como sabe, soy ingeniero, así que continuaré mi carrera. Tengo pensado estudiar historia del arte en la universidad. Además, continuaré escribiendo la novela que empecé aquí en el manicomio. Le aseguro que será un best seller.
- Lo felicito. ¿Y qué hará en sus ratos libres?
- Ah!!! , seguiré siendo una cafetera.

Iván Tarazona
El espía incompleto

Para Romeo, espiarla a distancia se había convertido en una obsesión. Vivía en un edificio del frente, al que tenía acceso gracias a un poderoso telescopio. Manipulaba sus lentes hasta obtener el acercamiento mayor, la imagen más nítida. Siempre la veía, al despertar por las mañanas, y muy tarde, cuando regresaba cansada de algún lugar. Y siempre sola, sola como él, hasta un día en que llegó acompañada de un hombre. Cerró las cortinas, acaso sospechando la mirada inoportuna de algún voyeur, y entonces Romeo cerró los ojos, la besó y la condujo al lecho, conocía de memoria el dormitorio.

Iván Tarazona
Ícaro en la luz

Creyó que había descendido a Hades, pero no fue así, sino al semáforo de la intersección al centro comercial. El sol era diferente, sin matices, implacable, y por el olor agrio de sus axilas supo que estaba en las zonas tórridas del trópico. Por instinto trató de aletear para medir su extensión y el flujo de los vientos. Sus ojos buscaban el promontorio más propicio cuando una voz a sus espaldas le gritó que se dejara ya de tantas mariconadas y que se pusiera a vender, a la vez que dejaba caer a sus pies una caja de agua embotellada.

j. a. morales

10.12.03

Tanto loco que anda suelto

Salí del metro. Yendo hacia el otro extremo del andén vi que desde otro vagón salía corriendo un hombre, tiraba algo que no distinguí bien en una papelera, y volvía al vagón a toda prisa. ¡Cuánta urgencia!... El objeto parecía pequeño, ¿por qué no se lo había guardado en el bolsillo hasta el final del trayecto? Se me ocurrió repentinamente: ¿y si era una bomba? Justo entonces, algo se movió en la papelera. Me eché al suelo sin pensármelo y protegí mi cabeza con las manos... Pero no sucedió nada, salvo que muchos se me quedaron mirando. Hay tantos locos...

Albert Rossell

8.12.03

El que muere por la daga

Era una vellonera moderna con plasma de colores pulsando al tema tocado. La observaba como espía a través del espejo detrás del mostrador. En una barra del 1 al 10, su hígado cirrótico timbraba por el 9.7. Su nostalgia pululaba por el mismo vecindario. Esperaba que las crecientes sombras de la noche le tiraran su migaja de esperanza. Escuchaba a Lucho Gatica cuando sintió la primera punzada en el costado. Con la discreción de las entregas suicidas de buen bohemio, caminó al baño y se dejó deslizar sobre el inodoro, dejando que las patadas en la puerta marcaran su deceso.

j. a. morales
Rey de picas

Salía a trabajar. Como siempre, ahí enfrente estaban las preciosas casitas tan características de este barrio, cada una caprichosamente pintada de un color diferente. Pero hoy, además, había también unos enormes naipes de póker, rojos o negros, que parecían extravagantes rótulos publicitarios. Había uno en cada casita, insertado en vertical entre los cilindros unidos de la doble salida de la chimenea. Se veían desalineados, como añadidos con desatino por un niño. Un tejado permanecía todavía vacío cuando, atravesando las nubes, ha aparecido de repente una gigantesca mano regordeta y ha encajado con torpeza, entre ambos cilindros, un rey de picas.

Albert Rossell
Caminos sombríos

A mi hijo le cuesta dormirse, suele irrumpir en mi cama y pegarse a mí. El olor de su cabecita y el tacto de sus cabellos me recuerdan los patitos que me compraban cada verano, la felicidad de jugar con ellos, abrazarlos, acariciar con los dedos su flojel sedoso. A primeros de septiembre siempre acababan desapareciendo, y yo eludía investigar la procedencia de aquel segundo plato... También ahora evito explorar los caminos demasiado sombríos de mi pensamiento, los futuros que duelen antes de ser. Me limito a disfrutar del olor a pequeño de mi hijo y de sus sedosos cabellos.

Albert Rossell

4.12.03

Él y ella

Visitaban el mirador de una cala, y para no aburrirse discutían. Ninguno cedería un ápice en su postura, así que la cosa prometía ser divertida. Él se daba golpes en el pecho, ella se tiraba del pelo y lloraba, pero ninguno se dejaba afectar lo más mínimo. Él, en un momento de histrionismo, le dijo que por ella se mataría allí mismo; ella le dijo con mofa que no era lo suficientemente hombre. Él se sentó en la barandilla del mirador, saltó y se reventó contra las piedras. Ella vaciló. Finalmente decidió saltar y darse muerte: no quería ser menos.

Raúl Q.
30 DE NOVIEMBRE, 00:25

Cuando se aproximaba el primer aniversario de su muerte, en septiembre, dejé de escribirle. Durante meses había enviado mensajes a su dirección, aun sabiendo que ya no podría recibirlos. Lo hacía solo con esas bromas que llegan en archivo adjunto, y que uno decide reenviar a unos cuantos amigos. Seguí incluyendo su nombre como si nada hubiera cambiado. Hasta hace muy poco. Nunca supe por qué lo hacía, ni conozco las razones por las que decidí abandonar esa costumbre. El caso es que hoy, entre los mensajes nuevos, he descubierto uno procedente de su ordenador... Escribo esto antes de abrirlo.

Manuel González Seoane

28.11.03

Desconfianza

A Miguel lo encontré muy cambiado; bastaba verle fruncir el ceño para comprobarlo. Ya no era el optimista de antes y me explicó por qué. Me dijo que todo empezó como un inocente ejercicio de escepticismo. Se volvió desconfiado. Cuestionaba, por ejemplo, las imágenes de bienestar que le ofrecía la televisión. Se sentía atrapado en un laberinto de edificios simétricos, impersonales, habitados por seres falsamente felices. Me sonrojé. - Amigo, estoy decidido a luchar, me opondré a todo y lucharé- me aseguró, y me pidió que me uniera a su causa. Sólo atiné a sonreírle, pero aun lo estoy pensando.

Iván Tarazona
Fotografía

Estaba cansado de ver aquella fotografía en la pantalla del ordenador, cada vez que iniciaba una sesión de trabajo. La belleza de su ex amante le aguijoneaba de recuerdos. Así que cargó la imagen en el Photoshop y se dispuso a acabar con ella. Eliminó fácilmente los labios con el borrador; desfiguró a pincelazos las rosadas mejillas; hizo un zoom sobre los ojos y, aplicando el aerosol, cubrió de gris las pupilas. No pudo evitar una carcajada al concluir el trabajo. Pero se olvidó de guardar los cambios y al día siguiente estaba allí otra vez, radiante sobre la pantalla.

Iván Tarazona

27.11.03

El combate

El guerrero desenfundó su sable de luz. “Estoy listo. Hace lunas que me preparo para la lucha. No puedo perder”. El enemigo era poderoso, pero el guerrero contaba con la fuerza de su fe en la victoria. Y con su preparación.

Allí estaba ya el enemigo. El guerrero contempló una vez más su sable de luz, se encomendó a todos los santos y empezó el examen. “Un automóvil que pesa 1200N acelera de 40 a 80 km/h. en 5 segundos sobre una carretera horizontal. Calcular el cambio en la energía cinética”.

Mierda. Justo el tema que no se había empollado.

Elena García

25.11.03

Mariquita

Cuando le crecieron las alas, las gentes del pueblo comenzaron a llamarle mariquita y a darle palizas.
Con el tiempo, la metamorfosis progresó, y sobre las alas hialinas crecieron unos duros élitros. El cuerpo se queratinizó y se oscureció, y el rostro se proyectó hacia delante y cambió radicalmente.
Dos meses después, comenzaron a aparecer cadáveres de jóvenes en la zona. Los cuerpos estaban vacíos por dentro, a pesar de que externamente sólo presentaban un orificio en la cabeza.
Por fin, transformado en coleóptero, acabó de vengarse de todas aquellas personas que se burlaron de él, chupando sus fluidos interiores.

Doro Esteve

22.11.03

El otro lado

Cuando crucé esa puerta me encontré con un mundo idéntico a éste, pero radicalmente distinto. En él, mi otro yo había aprobado el examen del otro día, y era la estrella del equipo de baloncesto de la universidad, cuando yo apenas encestaba una vez por partido. Además, su otra ella no lo había abandonado dejándolo en la más absoluta de las depresiones, y pronto se casarían. Mi otro yo tenía más dinero, más éxito, más amigos. Por eso tuve que matarlo, y ocupar su lugar. Al fin y al cabo, el jamás hubiera accedido a cruzar la puerta hacia atrás.

Dani Madero
Picadura

La había picado. Justine pudo verla, alejándose bajo la espesura. Era una serpiente coral venenosa, fácilmente distinguible por sus anillos rojos, negros y amarillos. Tendría, entonces, que beber uno de los diez antídotos que traía en la mochila. Pero, ¡Oh, no! el primer síntoma se le presentó de inmediato y cayó en las brumas de la ceguera. Tenía diez frasquitos en las manos, pero ignoraba cual de ellos sería el correcto. Decidió unirlos en un recipiente y se tragó la mezcla. El efecto fue fulminante: Justine se desplomó sobre la hierba. No tardaron en acudir las hienas y los buitres.

Iván Tarazona

21.11.03

Babel

¿Éstos de qué van? ¡Se creen dignos de estar a mi altura!, exclamó enfurecido ante la inmensa torre. Aunque sólo construían un refugio, escarmentados tras el último diluvio, durante cuatro días les envió infructuosamente plagas de insectos y reptiles. El quinto otorgó a cada uno una lengua diferente, mas ellos se esforzaron en convivir aprendiendo las de los demás, y la torre seguía creciendo. El sexto, entonces, les proporcionó un profuso ramillete de otras divinidades, bajo distintos nombres como Dios, Alá, Yavé o Lucifer, pero también Estado, y Lengua, y Patria. De este modo, por fin, el séptimo día descansó.

Albert Rossell

18.11.03

Entonces como ahora

Terminadas las elecciones con resultados poco determinantes, los políticos andan atribulados, sudorosos, tratando de apresurar sus pactos. Se nota que les falta el aliento. Sufren. En el ejército, a menudo nos sentíamos puteados por las órdenes caprichosas de oficiales y jefes. Pero en los actos militares, los de la banda obteníamos nuestra pequeña venganza: la satisfacción de verlos correr a paso ligero ante nosotros. Y procurábamos imponer a la música marcial un ritmo un poco más acelerado del que el brigada nos pedía. Atribulados, sudorosos, les faltaba el aliento y sufrían. Esto nos satisfacía. Reíamos por dentro, igual que ahora.

Albert Rossell
Quién soy yo para moverla

En el rellano de la escalera, la alfombrilla del vecino de enfrente estaba ladeada, mal puesta. Le he devuelto su simetría empujándola con la punta del pie. Luego he pensado que quién soy yo para moverla, que tal vez se molestarían si me vieran. Pero no, porque son gente mayor y visten bien, y les parecerá correcto lo que he hecho... Además no me han visto, seguro, no había luz en la mirilla.... Claro que quizá los vecinos de la otra puerta... No sé, tal vez debería comentárselo al portero, o mejor dejarles una nota de disculpa en el buzón...

Albert Rossell

17.11.03

Arena

"Arena, sólo arena, arriba el sol y ninguna sombra. Estoy empapada en sudor, se me nubla la cabeza y no encuentro un lugar frío en donde caer. ¡Sed implacable!, mis lágrimas se evaporan en este infierno solar. Al fin, he caído sobre un ardiente suelo y siento que todo ha acabado, pero el cuerpo me pide valor, tanto que abro mis ojos a un cielo en llamas, y soy capaz en la agonía, de esbozar un último gesto: sonrío, ciega e insensible, y ...¡he ganado la muerte!"
Sólo encontraron estas palabras garrapateadas en un papel, y su cuerpo sin vida.

Ivan Tarazona S.

13.11.03

¿Inhibirse?

Quedó perplejo tras el debate de los candidatos. ¿A quién hablaban?, se preguntó hastiado. ¿Tantos insensatos había? Pensó en algunos colegas, muy pesados, tan convencidos de su opción... Recordó también a aquél, Joan, siempre dándole la paliza con un partido “que no lo era”, una agrupación que sólo pretendía dejar vacíos algunos escaños... Reconsideró su argumento: quien hace pasteles poco sabrosos, vende menos; en cambio, ante tanta incompetencia de los políticos de nada sirven los votos en blanco, siempre hay los mismos escaños ocupados... Sacó del bolsillo el papelito de Joan, se sentó ante el google y escribió: “escons insubmisos”...

Albert Rossell

11.11.03

Aplicaciones militares de la telepatía

Era ya la segunda vez que el teniente me pedía que fuera a buscar su gorra al despacho, porque su estado de embriaguez no le permitía levantarse de la silla e ir él mismo a buscarla, ni mucho menos aún tantear por dónde andaba su despacho. Pero en realidad, aunque por lo visto sus brumas le impedían recordarlo, la primera vez yo ya se la había traído, e incluso permanecía aún dócilmente sobre la mesa que había entre ambos, así que me limité a ponerla enseguida en su mano. Cómo te quiero, catalán –balbuceó–, porque me adivinas el pensamiento.

Albert Rossell

10.11.03

Grandes éxitos

“El toro enamorao de la luna” les había entusiasmado, me había quedado tan bien como al propio Manolo Escobar y por eso el gran éxito. Veía sus caras alegres y sus aplausos entre las copas. Tuve ganas de apartarlas un poco, para verlos aún mejor, pero me asustó romper alguna. Entonces, para poder mirar por encima de ellas, me puse de puntillas. En el espejo, al fondo de la vitrina del comedor, mis padres y mi abuela reían. Les pedí que me dejaran cantar también “Cabriola”, como Marisol. Pero ya era muy tarde y mamá me mandó a la cama.

Albert Rossell

7.11.03

Matemáticas recreativas

Desde que mi padre empezó a explicarme matemáticas mejoré muchísimo, en el cole sacaba sobresalientes. Sin embargo, un día me dijo que estaba preocupado conmigo. He observado –comentó– que siempre que aprendes algo nuevo dices encontrarlo “divertido”. Le miré sin comprender. Mi padre prosiguió: me refiero a que nunca lo encuentras “útil” para la vida, “práctico” para ir de compras –por ejemplo–, o “necesario” para poder estudiar en la universidad y sacarte una carrera...

Con el tiempo me he dado cuenta de que papá tenía bastante razón: aún hoy siguen tentándome los divertimentos inútiles. Baste, como muestra, este texto.

Albert Rossell

6.11.03

En voz baja

¡Qué raro! En la enciclopedia de los animales de la tía Sole se ve bien claro: el bisonte tiene la piel como la carne rebozada, que me gusta tanto. El mismo color y los mismos trozos así como rotos, igual que los que me pone mamá. No sé por qué dice que la carne rebozada no es bisonte, que la hace con huevo. Allí no hay huevo. Me engaña, seguro, como cuando dijo que el canario se había escapado. Después hablará en voz baja con la abuela de comprar más bisonte, y de que la tía Sole tiene demasiados novios.

Albert Rossell
Selección natural

- Sigo pensando que deberíamos conservar algún ejemplar, García - objetó la doctora Susan.

- Ya conoces las leyes, Susan; a causa del agotamiento de los recursos naturales cualquier especie declarada "improductiva", o sea, que haga uso masivo de estos recursos sin aportar nada a cambio debe ser totalmente exterminada. El avance de las técnicas de clonación en los últimos años ha anulado la última aportación que le quedaba a esta especie, la tarea reproductiva...

Aún convencida de sus palabras, la doctora Sara García dudó más de lo esperado en oprimir el botón, activando la descarga eléctrica que acabaría con el último hombre.

Dani Madero

4.11.03

Pop-nevera

He comenzado un nuevo proyecto: la decoración de mi nevera. La idea me nació al ver un tomate muy rojo y solitario en la bandeja central. "¡Que San Warhol me ilumine!", recé mientras colocaba a su lado un pimiento verde esperanza y una zanahoria naranja fosforito.
Añadir a mi obra un plátano inmaculado, con su amarillo intacto y sus perfectas manchitas negras, resultó fácil. Lo más terrible fue conseguir dos cerezas rojo sangre y una rodaja de sandía rosa chicle. Nunca volveré a esa frutería.
A mí me encanta mi nevera 'pop'. Pero mis amigos opinan que me aburro demasiado.

Elena García

3.11.03

Sólo cien

Cuando empecé a escribirlo, pensé que sería fácil llevar a cabo este pequeño reto. Total, a lo largo del día decimos muchas más y eso no debería ser un problema. Hacerlas coherentes, no sería demasiado complicado. Interesantes es otro cantar. Pero, por probar no perdía mucho. Incluso podría pervertir un poco la idea y desarrollar el tema en varias entregas a modo de culebrón.
Así que empecé a prepararme. Había que pensar algo que fuera suficientemente atractivo para que mantuviera la desorientación en quien lo leyera pero sin prometer demasiado puesto que no había mucho sitio: sólo podía tener cien...

Isaac Aparicio

31.10.03

Telebasura

Los intelectuales no paraban de pregonar que la televisión era un medio
pobre, contaminado, sin ninguna pretensión educativa. Pero a él le
entretenían las voces que reían o discutían en su caja tonta. Se quedaba
hipnotizado mirando las psicodélicas imágenes, sin importarle ser un
consumidor más de lo que llamaban 'telebasura'.
Un día llamó el vecino para pedir un poco de sal. Mientras esperaba, asomó
la cabeza por la puerta y se asombró.
- ¿Tiene problemas con su televisor?
- ¿Por qué lo dice?
- No está bien sintonizado. Debería llamar al técnico.
Y él que pensaba que por eso la llamaban basura...

Elena García

28.10.03

Los buenos y los malos

Le gusta leer, sobre todo a los grandes pensadores, y encuentra patético que otros analfabetos prefieran el fútbol. Le interesan las culturas amerindias, africanas, asiáticas, y despotrica de los cerriles occidentales que sólo se miran el ombligo. Aboga por lo ecológico, lo natural, lo auténtico, y odia a los que bailan con música enlatada y comen en los burgers. Trabaja como animador de fiestas infantiles. Se granjea enseguida las simpatías de los niños. Los divide en dos grupos: los animadores del equipo azul y los animadores del equipo naranja. Al poco, se oyen los gritos entreverados: ¡a-zu-ul!, ¡a-zu-ul!, ¡na-ran-ja!, ¡na-ran-ja!

Albert Rossell
Badalona, mon amour

Hace muchos años, mi amigo Miguel, inteligente y meticuloso, tenía una inexplicable predilección por Badalona. De nada le servía preparar concienzudamente el itinerario. Fuésemos adonde fuésemos, terminábamos siempre en Badalona. Aunque nos dirigiéramos al otro extremo del mundo, él se las apañaba para encadenar una sucesión de errores, al salir de la autopista, al tomar una bifurcación, que le llevaban a dicha población costera. No tengo noticia de nadie con una patología geográfica similar. ¿Una fijación traumática? ¿Un comportamiento instintivo como el de las ballenas?...

Me apetecería volver a ver a Miguel... Un día de éstos me acercaré hasta Badalona.

Albert Rossell

27.10.03

Coletazos de lluvia

Me fastidian esas gotas de agua gordas, densas, que se acumulan en las hojas y en los toldos cuando la lluvia cesa. Vas andando tranquilamente y de repente estalla en tu cabeza o en tu mejilla una de esas pequeñas bombas líquidas. En el instituto, algunos guarros tenían por costumbre lanzar escupitajos –lapos, los llamábamos– sobre las cabezotas de los pringaos que pasaban por debajo. Los más hábiles los hacían muy verdes. Cuando me moja una de esas gotas, me limpio enseguida con el pañuelo, frotando con fruición, y después lo tiro directamente a la papelera. Jamás miro hacia arriba.

Albert Rossell
Ingrávido

Desde el banco en el parque la veo en el recuadro de la ventana peinándose el cabello. Sé que en ese edificio es imposible que viva alguien porque está clausurado desde el 1978. Puedo ceder a la locura de pensar que es real o puedo apartar la vista, esperar un rato, y mirar de nuevo. Pero no me atrevo a hacer nada, ni apartar los ojos o creer lo que veo. No vine al parque a tomar decisiones tan abstractas. Confío en que todo pasará. Por ejemplo, esta mañana alguien me vació una pistola encima y heme aquí sentado tranquilo.

J. A. Morales

21.10.03

Diente por diente

Se inventó un novio para librarse de las románticas insinuaciones de su odontólogo. Pero éste era verdaderamente tenaz visita tras visita: con la funda tras la caries, el puente, y las sucesivas revisiones anuales, ella tuvo que confirmar el noviazgo, urdir la boda, y dar a luz algunos bebés ficticios innegablemente sanos y hermosos.

Tiempo después, la fotografía de una mujer en la pared del consultorio atravesó su orgullo como una flecha helada: sus hijos se emanciparon en un visto y no visto, y el divorcio fue cosa de pocas semanas. Pero para entonces al dentista ya le daba igual.

Albert Rossell

16.10.03

Los golpes de la vida

Aquel maníaco lo cambió todo. Yo, tras conocer a mi mujer, había ido aprendiendo poco a poco a protegerme –primero con disimulo, más tarde con olvido– de mí mismo. Ella fue el puente de plata que me tendió el mundo y por ese puente huí de mis inclinaciones, de mis sentimientos. El loco que le disparó en el parque me liberó de mi propia, amnésica, autocontención. Junto al horror y la desesperación, me devolvió el deseo ineludible de ser yo, de nuevo joven. Fue por eso, y no por venganza, que lo ejecuté. Y por eso ahora apunto al presidente...

Albert Rossell

13.10.03

Pesadilla

04:05:03. De golpe, despierta. Una extraña convulsión le sobresalta. Atónito, sin saber qué inesperado acontecimiento le arranca del más silencioso de los sueños, se precipita en la oscuridad de la habitación dispersándose en mil nadas intangibles.
Tembloroso, se acurruca en un rincón y extiende sus bracitos etéreos en un gesto desesperado de incompresión y angustia. Click. Se enciende una luz. Sobre la cama distingue un cuerpo, desde el cuerpo una mano que toma con dedos temblorosos un vaso de agua. La pesadilla empieza ahora..... desde su rincón, sintiéndose miserable, acaba de comprender, el grito, lo efímero de su existencia. 04:05:08

Xiria
Desconcierto cotidiano

Hoy amanecí como de costumbre, pero extrañamente no había nadie en casa. Tampoco me cogieron el teléfono. Sorprendido llamé a Patricia y me respondió alguien que decía haberme equivocado. Igual me sucedió con todos los números de mi agenda. Tras coger el coche comprobé que en mi empresa la gente no era la misma, ni los vecinos, ni los dependientes, nadie era nadie y todos miraban raro mi cara rara. Después de volver y dedicarle dos gritos al espejo con rostro desencajado, he decidido regresar a la cama. Posiblemente la próxima vez salga del sueño y despierte en mi pesadilla.

Vortex

26.9.03

Un encendedor

Extrae un encendedor del bolsillo. Lo lleva hasta el camel que sostiene en sus labios. Mueve la cabeza. Se arranca los cabellos. Respira pausadamente. Se sienta en posición de flor de loto y, sin motivo aparente, desplaza el encendedor de un lugar a otro. Se dirige hacia el teclado y escribe: “Extrae un encendedor del bolsillo de su pantalón. Lo lleva hasta el camel que sostiene en sus labios…”. Antes de abandonar fatalmente la escritura, garabatea: “Estoy cansado de pretender ser interesante”. Cuando un círculo comenzaba a atisbarse en su historia, el instrumento arroja una llama que pulveriza su lengua.

Rodrigo Flores

15.9.03

Secuela

Por las persianas observaba el polvo amarillo, hace dos semanas era un rojo que paulatinamente se iba diluyendo, hace un mes todavía no se había atrevido abrir la ventana. Habían pasado dos meses desde la noche del estruendo y la luz calcinante que lo arropaba todo, que lo traspasó como colador. Estaba soñando y siguió soñando. Ahora estaba despierto todo el tiempo y se daba palmadas para evidenciar su existencia. No lo vencía el sueño ni el hambre. Sabía que el espacio se iba reduciendo y que pronto sólo quedaría él y la ventana y tendría que dar el salto.

J.A. Morales

11.9.03

La Prueba

Entra a la oficina del médico, el bulto sobre el hombro, los resultados en su mano izquierda. Trata de descifrar en los rostros la absolución, camaradería, compasión. ¿Sería benigno? ¿Maligno? La programación noticiosa matutina cede a las telenovelas. Resoluciones de mejor vida y de amor incondicional a toda la humanidad trascurren como cuentas de un rosario imaginario por su mente. Hace pedidos de valentía y serenidad. Llaman su nombre. El médico lee las pruebas, lo pasa al cubículo, lubrica el guante y le introduce el dedo en el culo. "Todo bien", dice, "¿pero, qué te pasa, viste a un muerto?"


j.a.morales

8.9.03

El esófago

Una noche de verano, con el cuerpo untuoso de sudor y un vestido ligero adherido al cuerpo. Las brisas aromáticas del mediterráneo le desplegaban los cabellos.
A la distancia, un chirigüito iluminado, rumoroso de música y comensales.
Se acercó con ese apetito voraz que surge después de un porro, deseosa de un plato de fideos rojos de salsa, aceitunas y ajo.
Como en un sueño, el deseo realizado: un plato humeante posado frente a ella.
Hundió el tenedor, se lo llevo a la boca, masticó lento y deglutió ceremoniosa.
El esófago. Oh, la penetración del esófago. Único orgasmo que desconocía.


Shevatri

7.9.03

11 de septiembre

Despertaron al amanecer, el sonido del helicóptero militar remeció la ciudad.
Un alto parlante informaba desde el aire la declaración del estado de sitio: prohibido circular sin salvoconducto.
Ellas decidieron salir, dispuestas a enfrentar el destino para unirse a sus compañeros.
El lema era defender el gobierno democrático.
Eran muy jóvenes, inocentes y revolucionarias, no median consecuencias.
Impulsadas por una confianza omnipotente atravesaron la ciudad, caminaron a hurtadillas, esquivando balaceras hasta reunirse con otros como ellas.
Esperaron instrucciones infructuosamente. Tres días eternos dentro la fábrica hasta la llegada del allanamiento militar.
Dos años de presidio inenarrable, diez de exilio inconmensurable.

Antonia Calderón
Tu no eres de aquí

Tu origen es inmaterial, tu estado original es perfecto, es puro, no me quedó otro remedio que crear todo esto para que pudieses perfeccionarte, sentir, padecer y así evolucionar. La solución está al final. Tienes que vivir hasta donde las circunstancias que te rodean te permitan hacerlo, no puede ser premeditado, no puede ser orientable y dirigido, tiene que ser espontaneo y simple.
Accesible a todos y a todas. La solución está al final.
No puedes saberlo con antelación pues tendrias ventaja. Yo lo sé, pero me dijerón que aunque lo contase no me iban a creer.
El planeta tierra.

Carlos H.V.

6.8.03

La noche

El matrimonio es una empresa difícil de llevar adelante, se necesitan al menos tres personas para sostenerlo, me dijo, yo no entendí el significado profundo de esa frase que me sonó a frivolidad.

Éramos amigas intimas. Teníamos múltiples intereses en común, y algunos espacios de sombra, como en toda relación. Nunca imaginé hasta que punto.

En ese encuentro que me pareció casual, comprendí. Ambos me invitaron, ella y mi marido necesitaban compartir conmigo una propuesta: vivamos el matrimonio de a tres, nos merecemos compartirlo todo, por la amistad y el amor, que mejor combinación.

Esa noche la oscuridad me inundó.



Antonia Calderón
Del amor al odio

Recuerdo aún el vuelco de mi corazón cuando escuchaba sus pasos. Su risa era una brisa de alegría que expandía mi espíritu. Me estremece recordar los despertares antes del alba con el aliento entrecortado, su rostro ocupando mi sueño, sus brazos estrechándome entre mis sabanas solitarias.

Vivía para encontrarlo, para verlo, para cruzar las miradas y sonreírnos.

No se cuando y como todo cambio.

Sigo reconociendo sus pasos, pero el temblor que me recorre me endurece los músculos y la boca. El insomnio de las madrugadas ahora es para devanar una madeja sin fin de venganzas que no logro tejer.

Antonia Calderón

29.7.03

Costa Brava

No recordaba como había llegado hasta allí.
Desde la cama de hospital, con una bolsa de sangre nutriendo sus venas.
Una amplia ventana se extendía sobre la ciudad y, en el fondo, el mar.
Su último recuerdo: las olas que bañaban su cuerpo en la playa, la espuma teñida de rojo.
Un dulce sopor subía hasta su cabeza mientras imaginaba sus hematíes diluidos en el Mediterráneo. Perdió la cuenta.
Diez, cien, mil. Muchos más perdidos en la inmensidad del mar.
Ahora, una bolsa de transfusión cuelga a su lado, cien centímetros cúbicos más para estar de vuelta a la vida.

Antonia Calderón

25.7.03

La organización social profesional

Mi subdirector dice que no hay que empezar a abordar ningún proyecto si previamente no existe un código para el mismo, porque si no hay código es que el proyecto no existe. El código me lo tiene que proporcionar mi jefe, pero a veces tarda unos meses. Como mi subdirector dice también, a veces, que determinadas cosas hay que hacerlas, pues si esas cosas son de un proyecto que aún no tiene código, o sea que todavía no existe, entonces a veces me paso unas meses trabajando en cosas de proyectos que no existen, pero que están proyectados. Qué cosas...

19.7.03

Correo no deseado


Abrí una cuenta de correo electrónico. "Hora era" me dijeron. Pasó un mes y no llegó ningún mensaje a mi anhelante bandeja de entrada. Reescribí mi nombre de usuario, cambié mi contraseña, alteré mi perfil, mis preferencias. Nada. Insistí en los compañeros de trabajo, en los antiguos conocidos, en los ocasionales. Nada. Confié en las suscripciones, en los reenvíos, en el spam. Nada. Acabé por hacer una nueva cuenta en otro proveedor gratuito y escribirme: "¿Para qué quieres que te molesten? Es evidente que los demás no valen la pena".
El mensaje me llegó. Y me envié a la basura.

Lilith
Virus

Le parecía captar lo que tenían en común los virus, aunque no sabía mucho de biología ni de computación. Existían solamente dentro de otros. Por un tiempo limitado tomaban la vida de ese otro para poder existir.
Se preguntó como sería vivir de esa manera, pero le pareció una pregunta absurda. Él pertenecía a otra categoría. Tenía mucho mas que ver con el arte que con la biología o con la computación.
Nota para el lector: Este cuento que ahora lees es quien hace estas reflexiones. El no sabe que su existencia terminará cuando tus ojos lleguen al punto final.

Alex Kalawski Boza

17.7.03

El jinete

La brisa dio en su cara; cerró los ojos y se vio en una pradera galopando en vertiginosa carrera. Su entusiasmo lo llevo a campo traviesa y a un sinfín de historias inimaginables.
De pronto, el alazán fue deteniendo su marcha y tuvo que volver de su fantástico e imaginario viaje que había llegado a su fin.
Cuando no se había detenido totalmente, el niño echo pie a tierra y se dirigió alborozado, corriendo hacia su madre que lo esperaba con los brazos
abiertos, mientras los finales sones de la música, acompañaban la inercia del último giro de la calesita.

José María Cuenca

16.7.03

La hora del relevo

Observó su propia mirada reflejada en el agua. Todos le tenían gran respeto, sobre todo por su capacidad de improvisar planes de evacuación ante el fuego. Y estaba seguro de poder merecer todavía muchos años más esa admiración. Pero algo en sus mismos ojos le hacía dudar. Los jóvenes venían empujando con fuerza. Su propio hijo rivalizaba ya con él...

Se alejó del río y pidió a su hijo que lo acompañara al risco. Allá arriba, ambos recibieron las aclamaciones. Luego, sencillamente, se retiró al bosque, para que todos supieran que en adelante ya sólo sería el padre de Bambi.

Albert Rossell

14.7.03

Declaración de amor

Hoy lo he vuelto ha hacer. He entrado a su trabajo con el único propósito de verla. Como cada día, un escalofrío ha recorrido mi cuerpo, ¿qué llevaría hoy?. Con su saludo casi me derrito, no puedo soportarlo. Ahí estaba, preciosa, como de costumbre. Cuando me ha sonreído no lo he dudado: “hoy voy a decirle lo guapa que está, lo loco que me tiene, que pienso todas las noches en ella”.
Me he acercado y, todavía temblando, se lo he soltado de golpe... “qué calor hace hoy, menos mal tenéis aire acondicionado”.
Mañana me atreveré, de mañana no pasa.

Carlos Font-Flaj

5.7.03

Obsesión

Se había obsesionado con los cuentos de cien palabras. ¿Podría escribir uno de veinte? ¿Lograría incluir en el cuento esa obsesión?
PLACER.
¡Que extraño placer tenemos los humanos! Fijarnos una meta difícil y lograr cumplirla. La cumplió: El cuento tenía veinte palabras.

Lograría hacerlo sólo con diez?
JUGAR.
¡No juego más! Afirmó. Ignorando que jugaba a no jugar.

¿Y solamente con cinco?
IGNORANCIA.
Vivía ignorante: Había muerto ayer.

Se sentía mucho mejor satisfaciendo sus obsesiones. Pero, entonces le surgió una nueva: ¿Qué podría hacer con todo esto? ¿Podría publicarlo? ¿Dónde?
Podía dar un último paso: Juntar todo en cien palabras.


Alex Kalawski Boza
Estoy haciendo trampa

Eso dijo. No sólo lo pensó, sino que lo dijo explícitamente. Decirlo era parte de la gracia. Al hacer trampa estaba trasgrediendo la regla. Y era una regla fundamental, no una cualquiera. Pero a la vez estaba cumpliendo con ella, si no lo hacía no lograría ser visto.
De ese modo estaba satisfaciendo, a la vez, dos necesidades fundamentales: Por una parte pertenecer y ser uno más, y por otra diferenciarse y ser diferente.
Al hacer que el título formara parte del cuento había logrado que la última palabra con que terminaba fuera, no la número 100, sino la 103.

Alex Kalawski Boza
Prisionero

Cuando cantaba, todos los que lo escuchaban parecían entrar en otro estado. Al verlos se podía decir que tocaban el cielo.
Lo trataban con cuidado. No le faltaba agua ni comida y estaba protegido del frío. Incluso tenía un baño sólo para él. Pero igual se sentía muy triste. Tan solo, tan extraño en ese ambiente. Y sobre todo no tenía ninguna posibilidad de desplegar sus alas en ese espacio tan reducido.
Fascinándolos con su canto había logrado que no percibieran su verdadera apariencia. Por eso lo trataban como si fuera un canario.
Encerrado en la jaula el ángel lloraba.

Alex Kalawski Boza.

4.7.03

Ay…Barcelona

Se fue hace un par de meses, rumbo a esa Meca que hoy es España para los argentinos. Acompañada de su pareja, se la veía feliz y triste a la vez. Antes de desaparecer por la manga de embarque nos dejó un último saludo y la imagen de su carita luminosa llena de sonrisa e inundada de lágrimas, junto con la promesa de volver para el casamiento de su hermano. Una tarde sonó el teléfono anunciándonos que nuevamente seríamos abuelos y que volvería cuanto antes. Por eso ahora con mi esposa decimos: ¡Gracias, Barcelona, por tener un aire tan fecundo!

Jorge Nieva

27.6.03

Búsqueda en la red

Ese día decidió buscar un cuento corto en el espacio cibernético. Después de prender su ordenador. y navegar por la red, llegó a esa página. Pasó por los cuentos del autor, y buscó entre las colaboraciones uno que le llamara la atención.
Ahora lo está leyendo. Todavía no sabe qué es lo que pretende su autor. Hasta ahora sólo hay una descripción de una búsqueda en la red. Se pregunta si tendrá algo nuevo que aportar. ¿Será igual o diferente? Parece ser diferente, pero tiene un final exactamente igual. Como todos, en ese sitio, termina en la palabra número cien.

Alex Kalawski Boza
Pleitos

Hoy he llegado al trabajo y mi teclado no estaba.
En la pantalla se veia un archivo de word que ponia:
"no soportaba mas tus golpes. Mi abogado se pondra en contacto contigo"
Espero que lo haga por teléfono o no podré responder al mail.

Ahora yo me pregunto,
¿me denunciara mi telefono por mis gritos?
¿mi nevera por mis saqueos?
¿mi plancha por el calor?
¿mi sofa por mi sometimiento?
¿mi television por mi olvido?
¿mi raton por mi manoseo?
¿mi boligrafo por mis mordiscos?

Tal vez deba pedir un aumento para hacer frente a una legión de abogados.

Caelete

23.6.03

Llegar a cien

Le parecía una exageración hacer tanta algarabía alrededor de un número. Tanta expectativa. Tanta espera. Es verdad que llegar a cien no era cosa de todos los días. Aunque muchos se lo propusieran era muy difícil lograrlo. Había que hacerlo con cuidado, tomar todas las medidas y precauciones, evitar los obstáculos del camino. Actuar con parsimonia, midiendo las fuerzas, sin hacer ni de más ni de menos Aunque en el fondo, tenía que reconocerlo, le alegraba profundamente estar tan cerca. Faltaba poco. Lo iba a conseguir. Justo, en ese momento, podía celebrar. El cuento llegaba a la palabra número cien.

Alex Kalawski Boza

22.6.03

La verdadera autora

Nadie sabe su secreto, su verdadero poder, (podría haber resultado evidente, pero nadie se atreve a sospecharlo). Es la autora invisible (aunque a la vez, es enteramente visible).
Estaba cansada de su inestabilidad. La hacía ser poco práctica y por lo tanto casi inútil. Aburrida de su situación, simplemente se dejó caer. Para su sorpresa se movió, y no sólo se movió sino que dio un golpecito. Pasado un tiempo se atrevió a dejarse caer de nuevo y ocurrió lo mismo: otro movimiento y otro golpecito,
Eso le dio la idea. La mesa de tres patas había inventado el espiritismo.

Alex Kalawski Boza
Temblor en la mesa

Mis padres me conocían bien: caprichoso, impetuoso, como mi abuelo; simpático, bondadoso, como mi madre; inteligente, trabajador, como mi padre. Un día, mientras comíamos, mis padres me recriminaron mis arrebatos de mal genio (me había peleado con mi hermana), heredados también de mi abuelo. Éste, al oir sus reproches, descargó súbitamente un monumental puñetazo sobre la mesa, declarando a gritos, mientras aún temblaban botellas, vasos y platos, que estaba hasta los cojones de que todos mis defectos se los atribuyeran a él. Hubo un tenso silencio. Entre salpicaduras de sopa, por primera vez en mi vida hice propósito de enmienda.

Albert Rossell
Recuerdos en penumbra

La tarde decae y el comedor está en penumbra. Observo los gestos de papá, difusos al contraluz del ventanal, preparándose un café con leche, disfrutándolo a sorbitos. A mi lado, mamá se lo queda mirando en silencio. Ante nosotros ahora el andar cansino característico de papá, su forma de desplomarse en el sillón frente el televisor. Mamá ya no lo resiste y se marcha a la cocina –papá murió hace años–. En el sillón, mi hermano se incorpora, se deja caer de nuevo, junta sus manos sobre el vientre, como empeñado en que nuestros recuerdos no se pierdan del todo.

Albert Rossell

18.6.03

No va más

Salió de la clínica con gesto patético. Se sentó en un bar y pidió un café. Miró las placas y el gran agujero negro en el tórax. No pensó en él. Sí en su mujer, sus hijos y la hipoteca. Pagó y se fue. Se acordó de la boleta del Quini que había jugado. Entró a la agencia de lotería a controlarla. Salió más pálido que nunca. Llegó a su casa; todos dormían. Se preparó un té. Cerró todas las puertas y ventanas, abrió las llaves del gas y se sentó a ver el noticiero. Mañana sería parte de él.

Jorge Nieva
Duda

Lo mejor que hiciste, debo convencerme, fue no contestar los innumerables correos que mi corazón dictó. No lo comprendía, más lo hacías para que finalmente con cincel entendiese que lo nuestro era imposible. Solo tratabas de ayudarme a desistir del intento de alcanzarte. Se, probablemente, deseabas no escribiese, facilitándote las cosas. Sin embargo, no podia evitar escribirte que jamás nadie te amará, sin interés, sin esperar nada a cambio, como lo es este amor mío. No comprendo qué es esto que nos ha envuelto a ambos. Un día siento que es algo sublime. y otro, que es una inevitable maldición.

Rosy Gutierrez

10.6.03

Cono Sur

Mi novia es bonaerense, sus parientes residen allí. Es testaruda y no modifica su vestuario cuando va a visitarlos. Si va a verlos en verano sufro pensando en el frío que hace en Argentina, temo que vuelva resfriada. Si va en invierno me imagino el calor que debe estar pasando, me preocupa que padezca alguna diarrea estival. Por eso siempre le recomiendo que vaya en otoño, porque allí hace buen tiempo y si pierde el paraguas qué más da. Pero esta vez ha vuelto con unas ronchas rojizas por todo el cuerpo, una alergia primaveral a vete a saber qué.

Albert Rossell

3.6.03

Dionisio

A Dionisio le gusta el verano en la costa. Cuando él y su mujer –entonces una moza guapa donde las haya– se fueron del pueblo y pusieron el bar justo ante la playa fue como empezar a quitarse de encima la mantilla oscura de su mundo anticuado para abrirse a la luz del mar. Pero se tomaron su tiempo. Y ahora, mientras observa a las chicas en la arena, luciendo colores breves sobre su cuerpo, ante tanta ausencia de ropa se pregunta si esos muslos, esos pechos, esas nalgas, debió tenerlos también alguna vez su mujer, bajo el vestido negro.

Albert Rossell

29.5.03

Tablas

No me parezco a papá. Yo soy mejor. Es cierto que al principio me ganó muchas partidas, probablemente miles. Mas con los años aprendí a mover mejor las piezas, y al fin nuestro nivel de juego se asemejó. A menudo hacíamos tablas. Luego, cuando empezaba a ganarle, murió. Siempre fue cobarde. Pero habrá tenido mucho tiempo para entrenarse, porque ahora se atreve a desafiarme desde el otro lado de los espejos. Por eso llevo siempre encima el pequeño tablero magnético. Y cuando me da la jaqueca me tomo las píldoras y hasta que me hacen efecto no voy a orinar.

Albert Rossell

27.5.03

Metamorfosis inversa

Me gusta darle la vuelta a todo. Por eso nací humilde y ahora dirijo un holding. Por eso fui a una escuela pública y ahora mis hijos van a un colegio exclusivo. Por eso a mí siempre estaban contándome esa memez del capullo de seda que se vuelve mariposa y a mis hijos les enseñan “alta dirección”. Ayer, casualmente, vi que el inepto de Ramírez tenía, como fondo de pantalla, una foto enorme de una mariposa. Acabo de llamar a los de Tecnología. Se la cambiarán por una foto del propio Ramírez. Sí. Me gusta darle la vuelta a todo.

Albert Rossell

25.5.03

No desees...

Introdujo las llaves en la cerradura venciendo una pequeña resistencia inusual para abrir. Atravesó el umbral. Se asustó: era su casa y no la reconocía. Sus funcionales muebles se habían convertido en barrocos, sus libros de ensayo en ciencia-ficción, su desorden en orden, su música gospel en chill-out… Antes de que sus viejos pensamientos le abandonaran para convertirse en nuevos, pasó por su escéptica mente su último cumpleaños, su deseo, en el que nunca creyó y que llevaba pidiendo tantos años, antes de soplar las velas: "quiero cambiar de vida". Ironías del destino… el cambio llegaba cuando ya era feliz.

Mònica Segura

22.5.03

Sueño

Sueño. Y en mi Sueño, Deliro sobre mi destino. Porque mi Destino no es sino Delirio vestido de Sueño. Mis delirios me empujan al Sueño de mi Destino, destino libre de Delirios y Sueños. Porque tras mi Sueño y Delirios sobre el Destino, Despierto. Y no puedo evitar el Delirio. Todo sigue igual, sueño y delirio dueños de mi destino que escapa más allá de mis sueños. Destino inalcanzable, y despierto sólo no me queda sino mi Delirio. ¿Acaso no es Delirio mi Sueño de un nuevo destino que me empuje lejos de mis delirios? Sueño. Y en mi sueño…

Anjuin Elekhan
Dudas

Como cada noche, me acechaban los fantasmas. De nuevo, quise ser valiente pero no pude. Me oculté bajo las sábanas, amparado por la estatuita fluorescente del Niño Jesús que tenía entre las manos. Su luz verdosa y verdadera me protegería en mi blando refugio. Pero aquella noche me acosaron también las dudas. Necesitaba apretujar al Niño cada vez más fuerte. Sudé copiosamente y no conseguí dormir. Al levantarme, guardé la estatuita en el baúl de los juguetes viejos. Luego, en la escuela, el retrato del Caudillo y el crucifijo me parecieron, tan sólo, una lámina y un objeto de madera.

Albert Rossell
Qué pena ser miedoso

¡Qué pena ser miedoso ahora que tengo superpoderes! Fue a las pocas horas de ver la peli, pero mis padres no me creen. Dicen que sólo doy saltos largos, que pongo el pie en el suelo a cada momento. No se enteran.
Subirme a la barandilla ha sido más fácil que nunca. Mis padres duermen desde hace un buen rato. La noche es bonita, como un espejo negro. ¡Qué pena ser cobarde! ¡Y qué envidia me dan los otros niños! No paran de lanzarse, descienden a toda velocidad, como si no tuvieran vértigo, y remontan de nuevo hasta sus balcones.

Albert Rossell

19.5.03

Prejuicios

Nacieron con el pigmento inadecuado, en una sociedad aún no preparada para abandonar sus prejuicios. Su futuro era incierto y sólo el azar podía salvarlos de una vida de peregrinaje, desgracias e insatisfacciones. Un día les tocó la lotería. Sus nuevos padres volaron desde muy lejos para rescatarlos, para ofrecerles el calor de un hogar, el amor de una familia, la mejor educación y la tranquilidad de los bienes materiales. Hoy tienen una vida feliz, pero la sociedad no ha cambiado lo suficiente, su pigmentación sigue siendo la misma y, tras unos años, emprenden la difícil búsqueda de su pasado.

Mònica Segura

16.5.03

La caja de hojalata

Huí al sótano y metí miga de pan prensada en mis oídos. Abrí la añosa caja y tomé otra carta al azar:
“Cuando anochece coloco tus fotografías bajo la almohada y así me siento cerca de ti. Al amanecer, las meto en el bolsillo izquierdo de mi uniforme, y así están cerca de mi corazón. Cuento los días que me quedan de servicio para retornar y casarnos…”
Es dulce, me ama, me desea, es dulce, me ama, me…
─ ¡Mala puta! ¿Se puede saber dónde coño te has metido? ¡Que me traigas otra botella de vino ahora mismo o te mato!

Ana Santolaria

12.5.03

Buscándolo

¡Qué por favor, alguien haga comprender a mi amado que lo estoy buscando! Es que él no puede ver y tampoco posee la facultad para oir. El solo me sonríe. Dice que puede interpretar el rostro de mi cara, al sentir el frescor del ambiente, pero parece que tambien tiene problemas con las sensaciones y el tacto. Cree que soy feliz, al sentir el aroma del campo, pero si mal no recuerdo, el doctor tambien afirmó que es un incapacitado de oler.
Me da tanto miedo que alguien lo envenene, pues al fin que tampoco posee el sentido del gusto.

Rosy Gutiérrez

8.5.03

Papilla de frutas

- Papá, papá, ¿dónde estoy? – insiste Jorge.

Le encanta ese juego. Cierra los ojos con fuerza y papá, que ya no le ve, empieza a preguntar:

- ¿Pero dónde te has metido, Jorge? Hace un momento estabas aquí y ahora no te veo...

Es así cada tarde. Jorge es feliz escondido tras sus párpados, en una nada que huele a papilla de frutas, sabiendo que papá le busca preocupado.

Sin embargo, hoy ha sonado el móvil y papá lleva mucho, mucho rato hablando. Y Jorge se acuerda de mamá, que aquel día mantuvo los ojos cerrados demasiado tiempo y ya no volvió.

Albert Rossell
Sólo una imagen

Palpo sin dificultad mis brazos, pero no los veo. Tampoco veo mis manos, pese a que siento su tacto reconfortante al entrelazarlas. Paso mis dedos por las pequeñas heridas del cuello y las percibo en las yemas. Trato de mirar mis pies, mis piernas, la barriga prominente que con la edad me avergüenza menos, pero al parecer soy invisible por completo... Salvo en el espejo. Al otro lado del espejo, aunque no puedo palparlo, mi vientre sobresale todavía. También mis dientes, blancos, hermosos, largos. Afortunadamente ya no hay duda. Me alivia saber que el vampiro es el del otro lado.

Albert Rossell

4.5.03

Mimetismo

Ayer, mientras buscaba frases adecuadas para narrar una historia, me miré al espejo y vi una araña construyendo su tela. A medida que iba juntando palabras, más y más moscas quedaban pegadas en esa telaraña. Me inquietó.

Hoy me faltaba el último vocablo para terminar mi historia. Lo tenía en la punta de la lengua. Al fin se me ha ocurrido, pero en catalán: desimboltura, y, traduciendo, he atrapado la palabra huidiza. Entonces he visto que la araña del espejo tenía ahora dos telas –la nueva con una sola mosca–, y saltaba de una a otra con cierto desparpajo.

Albert Rossell
Hopfferia

A José María siempre le encantó su diccionario ilustrado. En él podía, por ejemplo, buscar la palabra ‘Mariposa’ y encontrar en una lámina la Lemonias sudias, la Morpho cypris o la Hopfferia militaris. Pero ahora está inquieto. En su biblioteca le ha parecido ver a una anciana vestida de negro y manchada de sangre. Luego ha creído que era sólo una sombra. Sin embargo, en la lámina, la Hopfferia militaris lucía unas alas mucho mayores, y la página con la entrada ‘Guerra’ se acompañaba de fotos numeradas (1. Rostros. 2. Piernas. 3. Ojos. 4. Brazos.) que jamás había visto allí.

Albert Rossell
Desde el balcón

Sentado en la falda de mi abuela, en el balcón, repasábamos juntos las marcas y modelos de todos los coches. Recuerdo el ademán del guardia urbano al darles paso, y que me gustaba mucho el “Tiburón”. Esas numerosas tardes con sabor a pan y chocolate no pueden volver. No sólo porque mi abuela nos dejó, y yo he perdido mi afición por los vehículos, y los guardias son semáforos. Es, sobre todo, porque alguna comisión municipal decidió invertir el sentido de circulación de mi calle, que ahora me resulta ajena. Es cierto, el tiempo le da la vuelta a todo.

Albert Rossell
Bajar al sotano (Una continuación)

La que se ha armado hoy aquí. Hay gente de Emergencias corriendo, policías tomando notas, el personal de la oficina está atónito y mi jefe yace lívido en un charco de sangre con un cuchillo clavado en el corazón. ¡Que nooooooo! que no se entera, que Hallowen ya pasó. Lo que parecía una mañana rutinaria, reunión, subida del expediente del sótano... las voces... de repente ha derivado en todo este circo. Y como tengo el traje de sangre (o lo que sea) y soy la única persona que está manchada, si es que ya lo digo yo, me tiene
manía.

José María Puerta
Compañero de viaje

Subí al Subte en la estación Congreso, me senté al lado de un niño de aproximadamente diez años, era un vendedor ambulante. Me preguntó por qué el tren de enfrente no salía, le expliqué que seguramente saldría con posterioridad al nuestro.
Le pregunté si iba a la escuela. No hace falta me dijo, sé leer. Se paró y ensayó con orgullo y dificultad leer los carteles luminosos del vagón.
Me pidió una moneda.
Le dije que no tenía.
Se abalanzó sobre mí.
Me asusté.
Me dio un sonoro beso en la mejilla.
Y no fue a cambio de una moneda.

Lidia Cabrera

Enseñar, dura tarea

Llegó a su clase como de costumbre, temprano. Había preparado cuidadosamente el material, para que esos jóvenes alumnos siempre tan dispersos, se interesaran en los conceptos que había estado enseñando durante tantos años. Siempre había hecho su trabajo con alegría, a pesar de las dificultades, a pesar de lo poco que recibía a cambio.
Sentía el paso del tiempo, su concentración no era la misma, aunque sabía que contaba con una gran experiencia para trasmitir a esas ávidas almas.
¿Pero qué ocurre hoy? Se preguntó.
¿Por qué no llegan mis alumnos?
Lo habían jubilado y se habían olvidado de avisarle.

Lidia Cabrera

22.4.03

¡Encontré la pareja perfecta!

¡Encontré mi pareja perfecta!
¡Después de tanto tiempo! El es mi alma gemela.
Lástima, si lástima. que quien me ama, es Pedro; la dulzura, la tenga Cristin; la soltería, Jeremias; la solvencia económica, Filomeno; la casa grande con jardines, Alfredo. la salud Esteban. y finalmente, a quien yo amo es a Aquilino.
¿qué se puede hacer? Eso es fácil. Me inscribiré en clases de Madam Zania para sus clases avanzadas de espiritismo. Así, a medianoche contactaré desde su tumba al Dr. Frankestein y pediré ayuda para resolver este problema. a la que él encontrará, seguramente una pronta, certera... perfecta solución.

Rosy Gutiérrez

Four twenty

Cuatro veinte por la tarde. El sol pinta las nubes con tonalidades rosas naranjas de película. Un sonido que no alcanzo a distinguir me distrae desde la sala. Hago un segundo esfuerzo por volver al exterior y entonces reconozco el timbre del teléfono. Fumo una vez más. Alzo la vista como intentando entender mi situación y vuelvo a escuchar el teléfono que insiste. Me levanto del sillón. Camino extrañamente. Sigo pensando en la hoja, en la pluma y en mis ideas que se quedan estancadas. Cuando alcanzo la bocina y la llevo a mis oídos, alguien ya había decidido colgarme.

Blanca Quiriarte

28.3.03

Algo blando bajo el pie

Hace mucho, mis abuelos solían llevarme a pasear y a dar migas de pan a las palomas. Me gustaba aquel barullo de aves apelotonadas, peleando por la comida. Y me encantaba echar a correr y ahuyentarlas a todas.

Un día sentí algo blando bajo el pie mientras corría. Al volverme vi a una aplastada en el suelo. Creí que la había matado yo, sin querer, pero mi abuela me explicó que esa paloma llevaba muerta ahí mucho rato. Ya en casa me puse las zapatillas, y entonces mi abuela se llevó mis zapatos. Voy a limpiarlos, dijo a mi madre.

Albert Rossell

17.3.03

De esa manera

Corría sin parar. El viento helado hacía que se me fuera lo soñoliento. Su cara, sus ojos. Parado en la esquina parecía un demonio. Sé que fue él, pero ¿qué fue lo que pasó?

Así es en las poblaciones, nadie está a salvo... Fue esa noche, en casa de Mabel... En medio de su cumpleaños... No supe lo que pasaba hasta los disparos... Fueron tres, creo...

Ayer fuimos a su funeral... Mabel lloraba y me preguntaba hasta cuándo las cosas serían así. Yo, sin poder mirarla a los ojos, pensaba en que posiblemente siempre las cosas serían de esa manera.

Benjamín Tull
Relato difícil

El remusgo de la tarde arrastraba los pipos macribios que planeaban a ras de la montaña en busca de migalas, mientras la perisístole de sus corazones semejaba practicar un pancracio rudimentario. Un pirómetro habría demostrado que la temperatura pássim y en la boca del volcán era millones de veces más alta que la que alcanzaba un ribadoquín al ser disparado. Sin embargo, las aves continuaban su raudo vuelo, procurando hallar su comida preferida para saciar su apetito, que no les permitía volver a casa sin antes haber llevado a sus estómagos al menos una sola de las apetecibles arañas europeas.

Hector A. Faga
Goliath perruno y David gatuno

Nuestra gata Keika está completamente loca. A la mañana, apenas se levanta, come un poco de su alimento en el cacharro que tiene junto a su canasta, hace sus necesidades y de inmediato se larga a correr por toda la casa. Sube al jazmín centenario del patio y se pierde entre el entramado de sus ramas, desde donde varias veces debimos socorrerla. Jugando, ataca las piernas de todos los que pasan, y luego se sube al respaldo de los sillones para desafiar a Tango, nuestro perro ovejero alemán, que junto a ella parece Goliath al lado de un David gatuno.

Hector A. Faga
El perro y la pulga

Mientras el perro se rascaba, la pulga se movía de un lado al otro, procurando evitar la pata mortal que terminaría con su vida de insecto parásito. Los surcos en la piel del enorme ovejero alemán se disimulaban entre el pelo negro del animal. Pero para la pulga eso no representaba una ventaja. Ella sólo quería vivir sin ser molestada. Picó un poco más de su cautiva comida y luego se dispuso a abandonar su hasta ahora confortable hogar. Miró a su alrededor y divisó un gato de angora. Pensó: "ese es un hogar digno y conveniente". Sin más, saltó...

Hector A. Faga
La paz y la guerra

John salió de la trinchera donde estaba escondido. Las bombas explotaban a su alrededor. Mientras avanzaba con la bayoneta calada, pensaba en su Alabama natal, donde florecían los prados en verano y se teñían de rojo los árboles en el otoño. Recordó los niños jugando en las calles, los jóvenes en bicicleta, las adorables y coquetas mujercitas del lugar, su vecino coreano, una persona amable y querible... Repentinamente lo vio. Saltando de entre las matas, el enemigo se presentó ante él. Reconoció ese rostro que le recordaba otro rostro; esos ojos que le hacían pensar en otros ojos. Entonces disparó...

Hector A. Faga
Las medialunas y el café (cuento de un enamorado triste)

Estaba sentado en una mesa del bar frente a una ventana. Recién había terminado su tercer café y su décima medialuna, que pidiera en tandas de a dos. La vio pasar por la vereda de enfrente y sintió el deseo irrefrenable de salir a su encuentro. Secretamente, la amaba, pero ella no lo sabía. De repente vio que se encontraba con un hombre bastante más joven que él mismo. Se abrazaron con alegría y se besaron con pasión. Entonces él supo que todo estaba perdido. Miró hacia adentro y dirigiéndose al mozo le dijo: "Mozo, otro café con dos medialunas".

Hector A. Faga
Cuento inconcluso

Se despertó sobresaltado. No sabía dónde se encontraba ni cómo había llegado hasta allí. Un fuerte dolor atenazaba su cabeza, que parecía a punto de estallar. Recordaba vagamente la noche anterior: copas, música desenfrenada, luces de colores, y María... De repente, recordó. Miró a su lado, pero en la cama no había nadie. Tocó las sábanas para ver si estaban tibias, pero ellas le devolvieron una fría caricia. Nadie había dormido junto a él. ¿Qué habría pasado con María? ¿Dónde estaría ella en estos momentos? Sonó el teléfono. Indeciso, tomó el tubo y en voz baja dijo "Hola". Era María...

Hector A. Faga
Juan y la soledad

Juan amaba la soledad. Se refugiaba en ella para encontrar "su paraíso perdido". Alguna vez había estado con alguien, pero ahora se encontraba solo y disfrutaba de ello. Le gustaba leer los clásicos mientras escuchaba música. Practicaba el deporte de escribir cuentos en su computadora portátil mientras soñaba. Odiaba que lo interrumpieran en sus ensoñaciones, pero secretamente esperaba que la oportunidad golpeara a su puerta. De repente se produjo: un golpe, dos, tres... ¿Sería la oportunidad? Se levantó de un salto y abrió. Era Alicia, su vecina, quien le extendió una taza mientras decía: "¿Me prestas un poco de azúcar?"

Hector A. Faga
La cabaña de la viuda

Cada mes pasa lo mismo. Como si no bastara con las cacerías, con las batidas que organizan los humanos, los lobos se enfrentan ahora a este nuevo peligro. Además de huir de las escopetas, tienen que estar siempre pendientes de él, atentos al menor indicio de cambio. Todo empezó la noche que se atrevió a entrar en la cabaña de la viuda del valle. Entonces habían alabado la valentía del jefe de la manada, pero ahora está claro que algo salió mal. Sucede cada mes. Cada mes lunar. El jefe desaparece con la luna llena y vuelve convertido en hombre.

Albert Rossell
Espacios de amor y desamor

Se querían porque vivían juntos en una casa pequeña, de pasillos estrechos en los que era imposible no rozarse al pasar, con un solo baño en el que, por fuerza, compartían sus presencias y olores. Pero no se daban cuenta de la importancia de esas angosturas. Por eso, cuando heredaron el palacio, tuvieron la inconsciencia de habitarlo. Y resultó que en esa nueva geometría era muy poco probable encontrarse sin buscarse, poder sentir la humanidad del otro. Su amor, como sus encuentros, se fue dispersando despacio, y al final se disipó por completo en el exceso de espacio y dependencias.

Albert Rossell
Curanderismo marítimo

Como tantas veces, ayer fue despertado a medianoche para bendecir las barcas. En el frío nocturno de la playa eligió la oración que las librase del conjuro de las brujas del pueblo. Así volvierían a encontrar bancos de peces. Pero la ausencia de luna, el chillido lacerante del viento, la mirada ansiosa de los pescadores, y la misma confusión de sus muchos años, terminaron por aturdirle. Por primera vez en su vida, el rezo pronunciado no fue el correcto. Sin embargo, hoy han vuelto las embarcaciones llenas a rebosar de peces y agradecimiento. Y él las mira sin entender nada.

Albert Rossell

26.2.03

En memoria

El sol calentaba las arenas del desierto más arido del planeta. Por él, uno tras otro se movian cautelosos diez soldados, entre ellos su sargento. Cuando el sargento alzo su brazo, pararon la marcha y se agolparon en un corro desordenado. Peter - gritó el sargento, diez millas norte, paralelo cero, deberían estar aquí - contesto mirando un mapa. En ese momento, un zumbido paralizó al grupo, el polvo y la arena les dejó inconscientes en el suelo. Uno a uno fueron despertando, no recorbaban nada, ni siquiera esa tela con barras y estrellas cosida en uno de sus brazos.

Sergio Rueda
ERFINDER 1.0

Estoy a punto de ir a Patentes y Marcas, enumero la lista de superinventos
que voy a registrar:

Manchas adhesivas de sudor con diferentes olores para el verano.
Cortaúñas de los pies de mango largo para no agacharse.
Zapatos de tacón con altura graduable (lleva mando a distancia).
Masticador automático: pequeño dispositivo que colocado en la boca la abre y la cierre haciendo que se produzca la actividad de masticar.
Sonrisa de plástico en diferentes versiones: bucólica, irónica, cruel, pelotera, solidaria y la más popular, la de hiena.
Dedos extras fácilmente atornillables a la mano sin excesivo dolor. ¡Alucina, vecina!

José María Puerta

21.2.03

María, 34 años Doctora en Historia y Licenciada en Psicología. Profesión: Babysitter.

"La vivienda está cara" decía el titular esta mañana. Pues mira tu por donde voy a contar mi caso. Como me he ido haciendo unos ahorrillos y la gente me decía que lo mejor era invertir en inmuebles, decidí comprarme varias viviendas y claro, adaptándome a lo que tenía metido en el cerdo, adquirí un trozo de acera cerca de la oficina que es donde vivo los días laborables, también tengo unas tejas cerca de la sierra, que es donde paso durante el verano los fines de semana y las vacaciones. En invierno opto mejor por mi bungalow de Entrevías.

José María Puerta
¿Hacia dónde caminan las libertades?

Bertolt Brecht dixit, "tiempos sombríos éstos, en los que debemos luchar por lo evidente". Un neofascismo avanza imparable, de la mano de pequeñas marionetas, hombres tan mediocres como aquel Hitler que reía a carcajadas en el NODO. Carcajadas que vemos todos los días en la televisión, en boca de otras marionetas. Aquellos que discrepan son tachados de marginales, de perros que ladran su resentimiento por las esquinas, carne de gueto. Con el tiempo, con nuestro esfuerzo y el de los que nos sucedan cuando caigamos, romperemos los hilos de las marionetas, pero aquellos que las manejan seguirán ahí mucho tiempo.

José María Puerta

10.2.03

Un encuentro casual

Estaba de vacaciones en Bariloche, disfrutando de esa ciudad, con sus lagos y montañas, cuando caminando por una de sus calles encontré a un señor mayor que me miraba con una sonrisa y me dijo: "¡Lucía, qué bella estás! Es como si el tiempo no hubiera pasado. En todos estos años no he podido olvidarte, esa semana que pasamos juntos fue lo mejor que me ocurrió en la vida. Quizás tengamos una nueva oportunidad. Eres única."
Lo miré sorprendida. Se notó la duda en su cara. Me di cuenta que el nombre que había pronunciado era el de mi madre.

Lidia Cabrera
La decisión

Cogí las maletas. Bajé por las escaleras; el ascensor, como siempre, estaba ocupado.
Allí, en la calle, los coches pasaban rápidos, repetidos, equidistantes.
No sabía muy bien qué hacer, confundida.
Sentía como el miedo me subía por las piernas, me oprimía el pecho, se clavaba en mi corazón, me lo desencajaba.
Ahogué un grito. ¡Me dolía terriblemente, quemaba!.
Un sudor frío empapaba mi ropa, la sangre se me congelaba.
¿Cuántos años he tardado en tener valor para largarme de casa, abandonar esta vida de esclava?.
Y es ahora, cuando mi cuerpo, muerto, se desploma en la acera.
¿Descanse en paz?

Celia León
Xueves 2003.02.06

Sí, una cosa es que seas la Enorme Mujer que Amo y otra que yo permita que pases encima de mí. Mucho trabajo he invertido en mí, para yo mismo pensar en derribar el enorme "árbol carnal, generoso y cautivo" (Miguel Hernández) que soy, ya que de hacerlo, socavaría mi amor por mí, en primera instancia. Las raíces ése árbol están en lo más hondo de mi ser, de ése árbol del cual en ocasiones tomaste sus frutos. Porque me respeto yo, no siento digno que continúe en un ritmo diferente al mío, en una paciencia que me hiere ...

Alejandro Guerra Aguilera

5.2.03

Beso fatal

Apenas había nacido, dejé la hierba y me fui a buscar al novio por quien anhelaban miles de mariposas amarillas.

Te vi a lo lejos, ángel metálico, distante, veloz, audaz. Me cortejabas, sabiéndome palpando la flor de la edad, persiguiéndome con miradas de cópulas.

Enamorada, luego me di cuenta de que sería tuya. Quise besarte, pero se irguió entre nosotros una invisible pared de vidrio, contra la cual me estrellé a ciento veinte kilómetros por hora.

Insensible, te marchaste, dejándome sola, malherida y agonizante sobre la carretera, indefensa ante las gomas de otro automóvil que ahora se acerca para aplastarme...

Billy Parakaló

20.1.03

Frustración literaria

Aquel escritor tenía un solo objetivo en la vida: escribir el cuento más malo del mundo. Todas las mañanas se levantaba muy temprano y se decía, con voz ronca y solemne: “¡Tengo que lograrlo, maldita sea!” Pero nada. Únicamente conseguía escribir cuentos magistrales, soberbios, buenísimos, los cuales eran leídos con fruición por sus conciudadanos. Un soleado día, cuando ya había ganado un sinnúmero de premios literarios y varios millones de pesos por derechos de autor, aquel perfeccionista obsesivo se sintió tan frustrado por no poder escribir el cuento más malo del mundo, que se pegó un tiro en la cabeza.

Roberto Gutiérrez Alcalá
Trasplante de retinas

Siete días antes le habían trasplantado las retinas de un joven muerto por atropellamiento, y ahora sólo esperaba con impaciencia a que el médico en jefe del departamento de oftalmología del hospital terminara de quitarle la venda que cubría parte de su rostro.
-¡Ya!
Un instante después, el médico le dijo -casi le ordenó- que abriera los ojos y describiera lo que veía.
Él abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue la nítida imagen de un camión de pasajeros que estaba a punto de arrollarlo.
-¡Ahhh! –gritó entonces, y cayó fulminado por un ataque masivo al corazón.

Roberto Gutiérrez Alcalá
Castigo eterno

Según fuentes anónimas, pero bien informadas, en las más tenebrosas profundidades del Infierno hay una caverna exclusiva para aquellos periodistas indolentes que en vida no quisieron redactar más que textos mediocres y aburridos, plagados de taras sintácticas, faltas de ortografía, sandeces y lugares comunes. Ahí, per secula seculorum, deben corregir -siguiendo al pie de la letra las indicaciones del mismísimo Diablo- los textos de muchos, muchos colegas que aún siguen en funciones aquí, en el mundo de los vivos, y que, como ellos antes, jamás han hecho nada para mejorar, tan siquiera un poco -un poquito- su horroroso, deprimente estilo.

Roberto Gutiérrez Alcalá
Otra clase de golosinas

Tiene no menos de setenta años y vive sola en un departamentito de una vieja vecindad del Centro. La gente dice que hace seis meses se mandó sacar los pocos dientes que le quedaban... A través de la única ventana de su vivienda vende refrescos, caramelos, chicles, chocolates. También ofrece, a razón de cincuenta pesos cada una, otra clase de golosinas: felaciones. Los estudiantes de la secundaría pública que está del otro de la calle son sus clientes más asiduos. A veces, a media mañana, se puede ver a tres o cuatro esperando su turno frente a su herrumbrosa puerta.

Roberto Gutiérrez Alcalá
Sinfonía número 34, K. 338

Durante un instante, el eco de los últimos compases de aquella sinfonía mozartiana quedó flotando sobre el escenario como una enorme burbuja de jabón; luego, cesó por completo. Sólo entonces el público comenzó a aplaudir.
Un hombre de mediana edad, que durante los diecinueve minutos anteriores había permanecido despatarrado en su butaca, con la vista perdida en el candil que colgaba del techo de la sala, inclinó la cabeza y, en medio del incontenible entusiasmo de la gente, le susurró a su acompañante:
-¿Crees en los milagros?
-¿Por qué me lo preguntas? –le respondió aquél.
-Porque acabas de escuchar uno.

Roberto Gutiérrez Alcalá
No volverá a pasar

Me costó verlo. Estuve ciega durante un largo instante. Perdona. No volverá a pasar. Te lo prometo. No sé de donde saqué esa idea... muy simple la verdad, sólo contenía un "quizás...". No sé en que momento empecé a dudar o quien me convenció para que tuviera fe. Nunca más. Me lo prometo. No caeré de nuevo. Cada vez se hace más difícil recobrarse, cada vez apetece menos levantar la cabeza y mirar al frente. De ahora en adelante procuraré razonar más y sentir menos, observar más e imaginar menos, pensar más y soñar menos... No me volverá a pasar. No.

Elena Curbelo.
Ayúdame

Tengo cien palabras para escribir y no encuentro ninguna que exprese exactamente como me siento. Tal vez esté buscando en el lenguaje equivocado... Pero no hay más que este amigo que siempre escucha y nunca opina. Paciente, me deja hablar, testigo habitual (¿o casual?) de mis confesiones. Con semejante compañía, que me infunde el valor raramente hallado, te digo a la cara que no me interesas, que no te necesito, que no eres el único culpable del vacío que siento...

Te extraño...

Descubriste esa parte de mí que no conocía, ahora, ayúdame a
esconderla, a enterrarla... ayúdame a decirte adiós.

Elena Curbelo.
He aprendido

He aprendido a observar, a valorar, a querer. He entendido que para sentirme bien sólo necesito ese paseo solitario nocturno, procurando no enfadarme con los edificios por taparme las estrellas, esa llamada inesperada de una persona casi olvidada, esas risas contenidas en mitad de clase, esas horas perdidas escuchando la misma música una y otra vez...

Lo sé, sólo un amigo, pero un día comprendí que se me olvidaron todas las cosas que había aprendido, que un día llegué a entender... Ahora vivo pendiente de ti. Solamente cuando estás presente la risa regresa y la felicidad se acuerda de mí...

Elena Curbelo.
Indefensa amiga mía

Es que te has metido en problemas. No lo entiendo. Te veo tan linda. Con vestiduras blancas con paletones verdes. Pliegues muy bien hechos. Pero el problema es que haces llorar a todos cuando se te acercan. Esbelta. Tu cabeza muestra una cabellera desordenada, a veces, pero eres por todos los que realizan algunos menesteres muy querida. Yo estoy acá…, y me da miedo. Porque veo que el esta dispuesto a hacerlo. Tiene un cuchillo. En sus ojos se refleja la luz de las llamas incandescentes. Sonríe, complacido te toma.. Ya no te podré ver como eras, cebolla.

Rossana Gutiérrez

Problema de comunicación

Si la tecnología es avance. El sitio dice que no se puede bajar. Mucha resolución. Cámara digital. Demasiado lento. Su respuesta nunca llega a la red. Que lata. Necesito de un hombro para llorar. Quiero contarle que salí bien en el examen de Bio-Química. Que puede tener virus. Es el enésimo aniversario. Que problema. Que pensara de mí. No es compatible. Se ríe o llora. Necesita de mí. Compre un sitio. Decirle que logre interpretar la quinta de Bethoven. Tiene un mensaje. Si mi abuelo hubiese tenido problemas para comunicarse con mi abuela, no habría cuento y no existiera yo.

Rossana Gutiérrez

Manía por analizar

Con la misma manía. Buscar en el diccionario cuando algo no entiendes o te molesta. ¿Que pretendes demostrar? Bien, te escucho. Dije que eres egoísta, que equivale a que tú tienes un inmoderado y excesivo amor de ti mismo y que subordinas el interés ajeno con el tuyo. Además juzgas las cosas de ese punto de vista., bueno si es exactamente lo que yo quise decir. Pero, ya analizado así, y viendo lo bien que hablo y me expreso. Creerás que desconocía lo bien que hablo. Mira que listo soy y aquí estoy perdiendo el tiempo con egoístas como tu.

Rossana Gutiérrez

Examen difícil

Todos han comenzado menos Usted. Todos los espacios deben ser contestados. Ninguno debe ser dejado en blanco. Debe anotar una respuesta. Por que no entiende. Es sencillo. No puede usar rayas. Sencillamente, debe utilizar frases inteligibles para responderlo. No, tampoco puede poner un signo de interrogación. Debe ser contestado. Solo así lo recibiré. No hay excusa. ¡Que cosas dice! Aquí nadie viene por recomendación. Que va. Eso si cambia todo. Está perdido dice. Bueno si ese es el caso no tiene nada más que regresar por donde vino. Cierre la puerta y no vuelva a entrar a un lugar desconocido.

Rossana Gutiérrez

Total incongruencia con la razón

Ya basta. Llegue hasta ti. Sencillamente eras irresistible o no lo se. Mi razón no pudo lograr ganarle la batalla a la sin razón. Siempre fui muy sesudo y en esa ocasión mi voluntad otrora férrea, sucumbió. Y esa sensación amarga en la boca después de lo que pasó. ¿Y la culpa? ¿Y el desengaño? ¿Cuál es el error? ¿Ser demasiado infantil o dadivosa? Y cual fue el resultado. Ya ni siquiera puedo recordar para quien era esta nota, o si era algo que tenia que dejar de hacer o hacerlo todos los días, por enésima vez… sin falta.

Rossana Gutiérrez

En desacuerdo

Siempre lo misma discusión. No, no se trata de eso. Segura estoy. ¿Es como ponerlo en una balanza? ¡Estas loco! Que si yo te beso, tú me besas. Que si yo te acaricio, tú harás lo mismo. Que si yo te sonrió, tu me sonreirás también. Si sufro por no verte, tu también lo harás. Y si no vengo a verte, tampoco tu vendrás aquí. No, no y no. Estas totalmente equivocado.Ahora dime, y si me tiro al río ¿tu también lo harás? ¿Verdad que no? ¿Dices que si? Claro, por supuesto. Olvidé que le estaba hablando al espejo.

Rossana Gutiérrez

Confusión

Mañana llegara mi amado. Viene de lejanas tierras. Fue luchador contra truhanes, venciéndolos a todos. Estoy muy orgullosa, ni los guerreros antiguos realizaron luchas tales. Estoy lista para recibirlo... Me vestiré de galas, perfumare mi cuerpo. No importa que en el intento yo convierta mi plumaje en vestidos y mis alas en brazos, o mis vestidos en pinturas o mis brazos en estructuras. ¿Que es lo que pasa? No lo entiendo. Ha pasado tanto tiempo que no recuerdo lo que soy. Ahora que lo pienso tengo dudas. Y ya no se quien soy o era o seré. Ave, persona u objeto.

Rossana Gutiérrez

Código Binario

¿Donde estas? No puedo verte. Me senté frente a la maquina. Recupere tu escrito, Amor. Estaba conectado en la Red. Como es la tecnología me dije. Y apareció el cursor en forma de mano y con ella acaricie tu nombre. La sensación que percibí fue tal que provocó, pero no, no debo hacerlo... Porque no eres, hoy, mas que código binario. Tu ya estas muerto. Moriste aquel día en que se acabo la tinta y las tiendas estaban todas cerradas. Y yo, no se. No entiendo por que no te entré en el ataúd para acompañarte en el sepulcro.

Rossana Gutiérrez

Apasionada epístola de despedida

Hola: Recuerdo la deliciosa fragancia emanando de tu cuerpo. Dime, como he conformarme, después de tanto tiempo que te acaricie completo. Manteniéndote siempre cubierto y protegido. O al despertar en la madrugada, nada más para verte. Temía que estuvieses pasando por fríos, abandono, o peor, acechado por males, como bichos. Como he de resignarme ahora, si todavía no deseo perderte., pero es que debo hacerlo. No se que será de mi si al no saborearte. Partiré muy temprano, te llevara al cuarto contiguo. Allí tendrá que hacerlo, y así no ver como la cocinera te parte y te reparte. Pan.

Rossana Gutiérrez

15.1.03

Rendición

¡Maldita sea! ¡Qué complicado! Terminé haciendo una mueca de rendición frente alspejo. Jamás había luchado tanto... jamás había visto prenda tan compleja.
Deberían prohibirlas. Apareció en mi guardarropa a última hora, cuando sobrevino el indeseado éxodo, con lo feliz que era en mi seco y cálido paraíso isleño...
Lo juro, me esforcé mucho, pero al final tuve que reconocer mi gran torpeza y abandonar. La dejé con brusquedad en la cama, intentando olvidarla, sumergiéndome en la aburrida rutina diaria. Pero cuando menos lo esperaba volvía a ver su sonrisa burlona al salir esta mañana de mi habitación. ¡¡Malditas bufandas!!

Elena Curbelo
Caja fuerte

En mi dormitorio hay una pequeña y vieja caja de caudales, empotrada en la pared opuesta a la cabecera de la cama. La instaló un antiguo inquilino, del que cuentan que un día desapareció sin más, llevándose con él las llaves y dejándola por ello inservible.
Hace unas cuantas noches desperté con la sensación de que sonaba algo dentro de la caja. Pero, al levantarme, el ruido, similar a un rumor de voces infantiles, cesó. Sólo ocurrió esa vez. Sin embargo, desde entonces, cuando intento leer en cama antes de dormir, me siento observado y acabo por apagar la luz.

Manuel González Seoane.

Cama

Los sábados, antes de hacer la cama, mi mujer me pide que le ayude a voltear el colchón. Cuando le pregunté me dijo que era una cuestión de higiene y que, además, cambiándolo de lado cada semana, se retrasaba el deterioro.
He observado que después de alzarlo lo retiene en vertical, apoyado sobre un canto, unos segundos más de lo necesario; en ese tiempo no la veo, porque estamos en lados opuestos de la cama. Al bajarlo tiene la mirada perdida y una media sonrisa que siempre me ha resultado enigmática. Si con eso retrasamos el deterioro, me parece estupendo.

Manuel González Seoane.

13.1.03

El desconocido

Estás soñando, lo sabes, no importa. Él está ahí, no pides más. Te sientes... ¿feliz? No. Esa palabra ya está muy gastada. Presientes que algo va mal... ¿dónde está? ¡Ha desaparecido! Lloras la ausencia del ser amado. Cuando levantas los ojos enrojecidos, aún inundados de lágrimas, lo ves, un desconocido intenta que sonrías. Te parece increíble descubrir que todavía te apetece intentarlo una vez más, una sola... Comienza la historia, esta vez buscas al desconocido, no lo encuentras... ¿Qué queda cuando la esperanza también te abandona? Una llama de tristeza que se termina consumiendo, dejándote a oscuras y a solas.

Elena Curbelo

7.1.03

Cherokee

Yo rompí aguas mientras gozaba del dulzor de un melocotón de principios de otoño. Estaba tan jugoso que me atraganté y tosí y sentí en las entrañas un quiebro débil pero certero...

Inmediatamente sentí una tibia humedad deslizarse entre mis muslos, la caricia de un líquido resplandeciente.

Estaba sola.

Me eché a temblar y a llorar. Mi intención era ir a parir sola, en intimidad. Cogí el teléfono, pero no marqué ningún número. Decidí ir sola.

Poco a poco iré contando, fue una transformación brutal y delicada (suspiro).

Hector, en rigor, debería haberse llamado, *Dulzor de Melocotón de Otoño* (sonrío).

José María Puerta
100 palabras oscuras

Buscaba entre las sombras una que fuese de su talla, pero en una noche sin luna es difícil ver los bordes, y sombras grandes y pequeñas se confunden en una inmensa oscuridad. Al fin creyó haber encontrado algo que podría satisfacerle, pero al llegar se percató, a medio camino entre el horror y la falta de esperanza, de que su sombra elegida ya estaba ocupada. Allí, sentada con las piernas recogidas detrás de sus brazos cruzados, lo miraba una joven muchacha de grandes ojos. Cuando él le pregunto quien era, ella simplemente respondió: Lo siento, se me acaban las palabras.

Jacobo de Vera
Un sueño nada más

Ángel, déjame volver a verte. Te soñé con bucles color de zanahoria y tersa piel. Un arpa en tus manos y la música mágicamente despertaba de su sueno. Apenas tenias ropa de colores blancos. y tus muslos se veían de color rosáceo. Poseías unos labios muy rojos. Estabas descalzo y suspirabas a menudo. Tus ojos de profundo azul, me miraban tiernamente. Todo era apacible. Y de pronto. Hacía mucho mucho calor. Alguien te llevaba de mi vista. ¿Donde estás? Déjame por favor volver a verte. Mama, a la niña le regresó la fiebre. Será mejor llevarla al doctor de inmediato.

Rossana Gutiérrez
Pensando en voz baja

- Me falta seso.
- Falta de creatividad.
- Perdida de tiempo.
- Pura monotonía.
- No tiene sentido.
- Debo tratar de poseer más imaginación.
- Seguro existe una forma diferente de realizarlo.
- Paso uno, paso dos, paso tres.
- Siempre lo mismo.
- Iniciar, continuar, volver a hacerlo.
- No, no se puede.
- Siempre es igual.
- El comienzo y el final, pero siempre lo mismo.
- Esto no tiene fin.
- Ya me canse de hacerlo cotidianamente.
- Ellos lo hicieron así, y los padres de sus padres, y los padres de los padres de sus padres, y los… Así, nada más. Cerrar los ojos para poder dormir todas las noches.

Rossana Gutiérrez
Encontrar lo buscado

Que afortunada. Un día conoci a un niño, cuyo nombre tiene cinco letras. Y a el se le ocurrió una idea fabulosa. Crear cuentos que posean cien palabras. Y ella, cansada de gemir, y de estar sola, se dijo a si misma. Eureka! Eso es lo que necesito. No habrá mas insomnes noches. Seré entonces, la niña de las mil y unas noches. Con cuentos interminables por los días y las noches. Oye niño, ve mira que tu idea es fabulosa. Anda corre, por favor. No vaya ser que alguien quiera llevarla a la oficina de patentes esta misma noche.

Rossana Gutiérrez
Suplicas inútiles

Callaste, repentinamente. Mientras más suplique, implore, llore, grite, suspire. No hago que reacciones. Y una y otra vez he de pedirte que te apiades, y nada. Te lo ruego, eres todo lo que tenía. Como has podido dejarme así tan solo, hundido en el silencio. Imperdonable es, pero necesito de ti. De oírte, escucharte y sentir que de verdad continuas a mi lado. ¿Eres acaso sorda? No lo creo. Te he dado muchas de mis horas y con atención real percibí palabras ininteligibles y otrora cosas dulces.
Y tú te callas, simplemente porque olvide comprar tus baterías, querida caja transistorizada.

Rossana Gutiérrez

Promesa eterna en el altar

Y dijo el cura: "Hasta que la muerte los separe".
Tuvo que regresar a la iglesia, llevando sin dudarlo una sola pregunta que le atormento por mas de medio siglo.
- Perdone, necesito aclarar mi mente. Quizás así tiene que ser, de acuerdo a quien lo invento. ¿A que clase de muerte se refiere? ¿A la muerte en que quedaré inmóvil y festín de gusanos? ¿O en la que aunque respire es como haya muerto? Y no importe si el día brilla o esta oscuro?
Pero, el viejo sacerdote ya había muerto. Así que tuvo que regresarse con la duda.

Rossana Gutiérrez
Sesión de fotografía mal planificada

- Tome la fotografía.
- Me parece que todavía no se ve tan bien.
- No, no hay problema.
- Está bien, no se inquiete. Es Ud. quien manda, por mi parte no hay inconveniente.
- Bien hágalo rápido.
- Pero, esa deliciosa fragancia.
- Es que siempre soy muy cuidadoso.
- Es una invitación tacita a desear mordisquearlo suavemente.
- No que cosas dice, no por favor, no ahora. No seria correcto.
- Lo se, pero soy impaciente, no deseo esperar. Desearlo por tanto tiempo y no me deja hacerlo.
- Bien, dejaré que lo haga, pero primero tome la fotografía del libro de recetas del lechón asado. Luego cómalo.

Rossana Gutiérrez
Préstamo personal

- El plazo expiró hoy. Debes marcharte ya. No hay alternativa.
- Qué dices, infame?. Siento que el día que me tenga que ir no ha llegado, por que insistes?
- De que te preocupas, no hay que hacer maletas. Solo posees un par de trapos. Vete ya. De inmediato.
- Que te has creído. Si aquí yo soy la dueña.
- Dueña de todo esto, no lo eres. Si, pero y que tal si te quito lo que te di.
- Qué me has dado. Todo lo que tengo por ello he trabajado, no seas tonta.
- Solo la vida. Llego el día. Soy la muerte.

Rossana Gutiérrez
Comprendiendo el mensaje

Dijo que me besaría todo. ¿Todo? ¿Que es todo? Vuelvo a buscar el diccionario. Que es el todo? Y mi fiel "amigo" dice que el todo es "Que se toma entero sin excluir nada". Todavía sigo confundida. ¿Se refiere entonces, entonces, a mis vísceras, a mis huesos, a mis entrañas, a las cavidades oculares, a mi masa cefálica, a mi pensamiento, a mi alma? ¿Como lo hará? Me muero de la curiosidad. ¡Ya se lo que haré!
Dejaré que lo haga y entonces lo sorprenderé diciéndole que ya sabia lo que era todo, solo por el simple destino ser pescado.

Rossana Gutiérrez
Inventor incomprendido.

He creado el invento perfecto. Trabaja con el pensamiento y no tiene perillas. Posee colores agradables y textura fina. No es pesado, ni liviano. Estoy orgulloso. Quien lo diría, yo, el pobre vecinito de gafas gruesas y de insignificante aspecto haberlo realizado. Mañana temprano iré a la oficina de patentes. Seria una verdadera lastima que alguien me robara la idea. Me gustaría que mi tío viviera solo para restregarle en su cara su poca fe en mi. Bueno, ahora ya es demasiado noche. Solo falta un detalle demasiado insignificante para que me quite el sueño. Mañana pensare para qué sirve.

Rossana Gutiérrez