25.2.04

Esfuerzo extra

Mario va de camino al campo de fútbol. Hace poco cumplió los diecisiete y hoy entrenará más contento que nunca porque, aprovechando que sus padres no estaban en casa, ha hecho el amor por primera vez. Anda como flotando, y pese al esfuerzo extra -sonríe- está seguro de rendir a tope. Ha sido fantástico. Arde en deseos de contar a sus compañeros, en el vestuario, que él tampoco es virgen. Pero no lo hará. No le gusta mentir, y, cuando le pregunten cómo es, cómo se llama, no tiene nada claro responderles que está muy bueno y se llama Bernardo.

Albert Rossell

24.2.04

Amor pequeño

La enana mira fijamente el muñequito parpadeante del semáforo. Colgado de su brazo, como quien se agarra a un madero a la deriva, su enano observa el cartel de la parada del autobús en el que Martina Klein anuncia un nuevo sujetador. Es preciosa. Su boca con sus blancos dientes mínimamente separados, sus ojos de un azul amanecer y su interminable cuerpo que se imagina recorriendo. Como hombre su cabeza sueña con lo imposible mientras su diminuta mano siente la realidad.

El amor con el tiempo se convierte en cariño, pero su amor, su verdadero amor, es un amor pequeño.

Andrés Calvo Serrano

23.2.04

Por fin lo había dejado

Me lo estaba empezando a plantear. Realmente estaba insoportable. Eran muchos los que me comentaban que lo volviera a hacer. Al principio no se atrevían porque me rebotaba mucho. Pero empezaban a perder el miedo y ya me lo pedía gente con la que no había cruzado más de dos palabras.

Quizá no era tan grave. Después de todo era volver a hacer lo mismo que había hecho durante tantos años. Si en tanto tiempo no me había pasado nada por que iba a hacerlo ahora. Así que, finalmente, decidí que mis vecinos piratearan mi suscripción de televisión por cable.

Isaac Aparicio
Atrapado en las cámaras

Hubo un fallo en el sistema y se quedó encerrado en la cámara acorazada del banco. Gritó desesperadamente pero sus esfuerzos resultaron inútiles. No entró nadie ese día. Al siguiente tampoco. Al tercero decidió alimentarse a base de billetes. Pasaba el tiempo y las enormes sacas repletas de billetes iban desapareciendo en la misma proporción con la que el cajero iba engordando.

Y llegó el día. Sólo quedaba una saca que contenía dos billetes. Se comió el penúltimo y se abrió la puerta. Aparecieron el notario y un cámara de televisión.

- Ya era hora. Creíamos que no sería usted capaz.


Juan Luis Mora

18.2.04

Casa de empeños

Entró en la casa de empeños con la mirada baja, las llaves del auto en la mano y prisa por terminar el trámite lo más rápido posible. El empleado no se extrañó de verla de nuevo, porque ya había venido muchas veces, cientos quizás, pero nunca había recuperado nada de lo empeñado. Preguntó cuanto le darían por el riñón que llevaba en la nevera portátil. El empleado sacó un cuaderno de hojas gastadas, una calculadora y comprobó la mercancía. Tras una espera insoportable, ella respiró aliviada al conocer la cantidad: justo lo que necesitaba para rescatar a sus dos hijos.

Carles Blas
Ninoska

Cielos, cuan dulce y a la vez cruel es recordarte es una mezcla de sentimientos el recuerdo de tu pelo negro, la piel de tu nuca volviéndose roja por mis besos, ese hoyito que tienes cuando te ries .. tu pijama de ositos, tu voz al teléfono diciéndome "te quiero".

Si todo el amor del mundo se pudiera expresar en cien palabras seria este el momento de decirte que te quiero, que estoy loco por ti, .. Que solo espero ver un nuevo amanecer contigo, desnudarte con mis manos, arroparte con mis besos y fundir mi alma con la tuya.

Gonzalo

16.2.04

Reverso

Se apartó de la manada y se alejó del bosque. La noche caía, y las posibles presas huían buscando refugios sombríos. Sintió una presencia extraña y se detuvo a aullarle a la luna. Un disco blanco y brillante, completamente lleno. Encontró por fin algo parecido a una madriguera, y decidió pasar la noche. Mientras caía en el sueño, la piel se le tensó de una forma desconocida y algo le dolió en las garras y en las mandíbulas. En sus sueños apareció una corza que lo miró asustada, pero él no hizo nada por atraparla. Cuando despertó, era un hombre.

Luisa Axpe

13.2.04

El hombre que siempre salía dos veces

No podía ser. Otra vez el mismo error. Estaba desesperado.

Cada día igual. Cogía los bártulos, echaba un vistazo general y marchaba hacia el ascensor despidiéndose de todos. Llegaba a la planta baja, fichaba, salía por la puerta y, ¡oh! el móvil, ¿donde está?. Lo buscaba desesperadamente por los diferentes bolsillos con la angustia poco a poco invadiéndole. No podía ser. Otra vez, no. Ya escuchaba las carcajadas contenidas de los compañeros: "¿Has olvidado algo?".

Cuando marchó de nuevo, se reunieron, y Matías dijo: "Por poco me descubre". A partir de mañana, cuando bajara en el ascensor, iría otro compañero.

Isaac Aparicio

6.2.04

Amabilidad inteligente

Tengo un vecino muy amable. Me saluda siempre que, por casualidad, coincidimos en el ascensor, y me pregunta por mi mujer y mis hijos, pero eso es lo de menos. Lo verdaderamente amable en él se reveló al empezar a cruzarnos casi a diario en la calle, cuando vuelvo del banco y él debe ir a algún lugar. La tercera vez simuló no verme, ahorrándome el saludo. Es muy atento. Desde entonces, siempre encuentra alguna excusa para mirar a otro lado. Últimamente incluso lleva gafas negras, para que resulte plausible que no le reconozca y así no me sienta violento.

Albert Rossell

4.2.04

Descenso

Como tantas otras veces, comenzó a descender por el pozo. Primero se encontró con las experiencias más recientes, donde reconocía cada gesto. Poco a poco fue alcanzando etapas lejanas; su juventud, y, más abajo, la niñez olvidada. Algunas cosas le parecían actuales, como si lo hubieran acompañado siempre; otras, completamente ajenas. Cuando llegó al nivel en que ya no había palabras, se imaginó emitiendo aquellos sonidos inconexos; le costó admitir que alguna vez hubieran salido de sus labios, pero lo consiguió. Siguió bajando; perdía el equilibrio. Sus huesos ya no respondían. Cuando llegó al último nivel, supo que no regresaría.

Luisa Axpe.

La lámpara mágica

Encontré la lámpara mágica en el contenedor de basura que hay frente a mi portal. La escondí en mi gabardina y subí ilusionado a mi piso para limpiarla. Sucedió en el salón. Froté la lámpara con un paño húmedo y apareció el consabido genio calvo. En apenas tres minutos me contó con tristeza que en aquel momento carecía de magia y debía ser yo el que le proporcionara los tres deseos. Tras darle las llaves de mi casa, mis ahorros y mi coche, el tipo me alquila a módico precio esta maldita lámpara con vistas en la que ahora vivo.

Juan Luis Mora
Creación

Se aburría. Decidió crear un mundo. El primer día lo dedicó a elaborar bienes de consumo y pecunia para adquirirlos. El segundo diseñó armas e inventó guerras para sustentar la producción masiva de aquéllas. Pensó que no estaría mal dar un toque sofisticado y concibió las armas químicas. El tercer día apenas descansó dando cabida a redes de corrupción ilimitadas. Siguió derrochando ingenio, hasta que al fin, contrariado e insatisfecho, llegó al sexto día. Pensativo, El Hombre, se dijo: "Podría crear así mismo un dios en quien depositar la responsabilidad de haber construido esta mierda". Al séptimo día se suicidó.

Luna