29.3.02

Una taza de café y una tostada se enfriaban en la mesa.
Estaba harto, cada día lo mismo, levantarse temprano para ir a trabajar, un mal día y cuando volvía a casa, la misma bronca con su mujer. Decidió acabar de una vez. Así que se fue del país, dejo a su mujer y el trabajo.
No le fue difícil encontrar un trabajo, un apartamento, y una preciosa mujer. Así que decidió unirse a ella para siempre. Se casó por segunda vez. Al día siguiente por la mañana...
Una taza de café y una tostada se enfriaban en la mesa.

Francesc Sarerols


28.3.02

No hay sinceridad

Siempre te pillo. Nunca te das cuenta de lo que pasa a tu alrededor. Sigues con tu fantasía hasta el punto de que no vives realmente lo que pasa, no ves la realidad. Escribo un simple cuento de cien palabras y tu te lo crees de arriba a abajo. Y tu eres capaz de crear otro igual que se cae por falta de fundamentos, pero sin dejar escapar la ocasión para insultarme y burlarte de mi dejándome en ridículo públicamente, como si no te importara. Te voy a confesar algo: Ana, el último pastelito de chocolate me lo comí yo.

Pere Giménez

23.3.02

Marcha atrás

Tengo dieciocho años y vivo en un psiquiátrico. No estoy loco: es que nadie me entendía. Todo empezó cuando tenía treinta y cinco años, que iba tan estresado que el tiempo me pisaba los talones y me envejecía. Decidí hacerle frente. Entonces cumplí treinta y cuatro. Mi madre empeñada que cumplía treinta y seis. Cumplí los treinta y tres, los treinta y dos..., y no me felicitaban. Aquí sí me entienden. Me casaré con una interna muy guapa, de mi edad, aunque ella dice que me quiere como a un padre. Cuando cumpla seis, iré a jugar a los columpios.

Ana Santolaria

21.3.02

Prostíbulo I

Creo que fue a partir del auge de los asirios, cuando se extendió su uso. Desde China hasta Egipto, los hombres acudían a ellas para medir el tiempo nocturno. Olvidadas al alba, gobernaron durante siglos las horas que sucedían al ocaso. Por eso bautizó Jaime con el nombre de clepsidras a aquellas chicas, que la crueldad de la palabra había rebajado de cortesanas a mujeres de alterne. Muy pocas sabían que esa alusión se refería a un reloj, y no a una antigua diosa. Pero las sonrisas que nos devolvían agitaron nuestro ardor. Fuimos los primeros del instituto en probar.

Angel Andrés
Pensamiento único

El espectáculo era atroz, señor juez, el rojo de las llamas envolvía las dos plantas, la casa entera, el humo se elevaba en una columna increíble que se confundía con las nubes y a través de algunas ventanas vimos negras figuras contorsionándose, tratando inútilmente de escapar. Los vaivenes del fuego resultaban fascinantes, hipnóticos. Estaba seguro de que los diligentes bomberos del pueblo no tardarían en llegar, aunque yo no los había llamado porque en nuestra urbanización pasamos de las cien personas y seguro que alguien ya lo había hecho. ¡Cómo iba a saber que estábamos todos allí, pensando lo mismo!

Alebrt Rossell

19.3.02

Sinceridad, claro

Pues mira, Pere, lo he hecho para que no te engordes más, cariño mío. Yo estoy anoréxica, y como comprenderás a mí me hace un bien comerme tu último pastelito de chocolate. Siempre me dices que me paseas como a un globo, (aunque el globo lo pareces tú), sujetándome fuerte de la mano para que no se me lleve el viento. Pues que sepas Pere Giménez, que a partir de ahora todos los pastelitos de chocolate me los voy a comer yo, y tu te comerás, si quieres, la última manzana del frutero. No temas cariño mío, seguiré explicándotelo todo.

Ana Santolaria

15.3.02

Sinceridad

Me explicas todo, tus miedos, tus momentos de temor, tus penas, tus rencores, tus logros, lo que sientes, cómo lo sientes, cómo hacer, cómo actuar, cómo rectificar, lo que más deseas, cómo lo deseas, me explicas tus golpes de orgullo, tus celos infundados, tus absurdas envidias, tus grandezas, tus complejos, tus vicios...

Me prestas toda tu atención, toda tu ropa, todos tus juegos, me das todo lo que quiero, seguridad, todo tu tiempo, tus besos, tus caricias...

Y aunque todo parece que tenga que ir tan bien, dime:

¿Cuándo pensabas decirme que te has comido el último pastelito de chocolate?

Pere Giménez
Entre encumbrados anda el juego

- ¡Qué aroma!. ¿Es de tu tierra?
- Sí, un Ribera – y con un movimiento convulsivo del labio inferior, añadió henchido: -. Experimentan con frutas. Lo hacen para superar el gusto a barrica y regaliz de los Rioja.
- A mí sólo una carta –, dijo otro. Entre el humo aquello olía a farol.
El de la cara sonrojada, tras pedir dos naipes más, fue elogiado por su certero brindis: - ¡ Por Osborne y su Jerez!.
- ¡ Y por el señor Scotch! -. Todos rieron esa broma.
Un camarero, a quien por la gentileza que concede el poder se invitó a la partida, espetó: – Yo subo a 0,39.

Angel Andrés

13.3.02

100 sonetos

- Construir y crear son dos cosas bien distintas.
- ¿Cuáles son las diferencias?
- Construimos en virtud de un cálculo exacto. La creación obedece a un instinto imaginativo, sin obstáculos.
- Y, ¿por qué sonetos?
- Por la paradoja: la poesía libera mientras los endecasílabos se suceden, en dos cuartetos y dos tercetos necesariamente. Sé de antemano como debo rimarlos. Sin embargo, pese a esta férrea estructura, puedo huir a una prisión utópica si quiero. No sucede lo mismo al renovar el carnet de identidad. Sólo con los sonetos me siento cómodo siguiendo unas normas.
- Recítame el último
- No puedo. Debo acatar el espacio.

Angel Andrés

7.3.02

Consejos

- Hacer la vista gorda, mejor cerrar los ojos a la verdad... Cómo voy a seguir esos consejos.

- Claro que si, tu serás más feliz y todos a tu alrededor también. No ves que sólo te sirve para sufrir.

- Pero eso sería una gran farsa... Aunque suena bien. Parece como si fuera a lograr ser más feliz. No se que voy hacer.

De repente él mismo, sin querer me resolvió el problema y me dejó bien claro que lo que tenía que hacer era abrir bien los ojos. Seguíamos andando y se dio de bruces contra la farola que no vio.

Pere Giménez
El sueño es vida

La luz enfermiza me envolvía en una irrealidad muy viva, y también los gestos lentos en los rostros extraños, acosándome incluso al salir del vagón, convenciéndome de que no vivía, de que sólo soñaba y nada merecía mi esfuerzo porque nada existía en realidad, así que me dejé caer hasta quedar sentado en el andén con la espalda recostada contra la pared, pero entonces unos niños que correteaban como locos pisaron mi pierna, y una mujer de bellos ojos melancólicos se interesó por mí, y con el dolor y la hermosura comprendí que sí vivía, aunque todo fuera un sueño.

Albert Rossell

1.3.02

El misterio de los vigilantes desaparecidos

Una caja cerrada, que ninguna llave abría, lucía en la vitrina central de un museo en la gran ciudad. Pertenecía a la edad de bronce. Diariamente cientos de personas admiraban su bello ornamento; y la incertidumbre de lo que pudiera esconder, les inquietaba. Una noche, mientras el vigilante la protegía, ésta se abrió. Estupefacto, quiso apreciar su contenido. Unos polvos dorados surgieron destellantes y se adhirieron a su rostro. Al instante cayó al suelo, asfixiado. Entonces los polvos se desprendieron para retornar a su aposento. “Se convoca una plaza de vigilante para el museo más importante de la ciudad.
Bases:...”

Ana Santolaria