10.2.03

La decisión

Cogí las maletas. Bajé por las escaleras; el ascensor, como siempre, estaba ocupado.
Allí, en la calle, los coches pasaban rápidos, repetidos, equidistantes.
No sabía muy bien qué hacer, confundida.
Sentía como el miedo me subía por las piernas, me oprimía el pecho, se clavaba en mi corazón, me lo desencajaba.
Ahogué un grito. ¡Me dolía terriblemente, quemaba!.
Un sudor frío empapaba mi ropa, la sangre se me congelaba.
¿Cuántos años he tardado en tener valor para largarme de casa, abandonar esta vida de esclava?.
Y es ahora, cuando mi cuerpo, muerto, se desploma en la acera.
¿Descanse en paz?

Celia León

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