12.2.07

Espeso

Esperaba un taxi sobre las dos de la tarde. Algunos viandantes caminaban con prisas entregados a la tarea de reencontrarse con sus propios pensamientos. Otros estaban sentados en las terrazas ocupados en las tediosas charlas de mediodía. Había mariposas blancas volando por los alrededores del parque. Entonces me di cuenta: el tiempo se estaba espesando. Hasta que el reloj de la plaza se detuvo, los coches quedaron parados, los gestos se convirtieron en muecas congeladas y las mariposas decoraron el espacio con lunares blancos. En ese preciso instante vi la luz verde de un taxi. No pude levantar la mano.

Esther (alias Sonámbula)
Cuestión de enfoque

Soledad. La sensación puede volverse asfixiante, pero todo es una cuestión de enfoque. Cíclicamente acababa sentado él solo en el sofá de su pequeño apartamento con vistas a un triste patio de luces, y siempre solo. Al principio pensó que nunca se acostumbraría y que algún día, antes o después, acabaría con la cabeza dentro del hornillo de butano. Pero entonces se cruzaba en su vida la mirada de unos ojos claros y todo volvía a tener sentido. Al menos por unos meses. Y así desde los dieciocho. Pero no obstante, siempre se sentía solo. Y ya no le importaba.

Raúl García
Un cuento

Callada y melancólica en mi habitación oscura aspiraba escribir un cuento de cien palabras y comencé a pensar el tema, imaginé el azul del cielo, recordé el verde de la montaña, navegué por el infinito del mar, sentí el calor del desierto, me estremecí con el frío de la nieve, caminé despacio por bosques encantados, me hundí en lo profundo del infierno, me entrometí en la paz del cielo, visité tantos lugares queriendo hallar la idea perfecta para ser plasmada que ahora ya no puedo recordarlos. Y finalmente entendí que solo cien palabras no son suficientes para escribir un cuento.

Anny Mariet Ramírez