28.5.07

Un buen hooligan

Me acuerdo
que cuando tenía ocho o diez años de edad mi padre me llevaba con él a presenciar los partidos de fútbol todos los domingos, muchas veces acompañado de un amigo suyo de nombre Rafael, junto al que me sentaba yo en las gradas. Era un tipo muy nervioso y estaba continuamente moviendo las piernas, haciendo ademanes como para adelantarse en los disparos a portería a los jugadores de su equipo, como si fuera él el que quisiera marcar los goles. Terminado el encuentro era como si él hubiese jugado todo el partido y yo… menudo palizón me llevaba.

Antonio Senciales

PEPE, el Escocés


Me acuerdo
del escocés gigantón, no muy joven, que acudía puntualmente a la Feria de Abril, vestido con su traje típico de origen, falda corta y a cuadros, de gestos amanerados —para mí un gay adelantado a su época—, bien simpático y con el rostro grana como de alguien especialmente habituado al güisqui.

Terminó aficionándose con los años a la manzanilla y al vino fino y se hizo muy popular entre nosotros. Aprendió a bailar sevillanas a la escocesa. No tenía ningún sentido del ridículo.

Un buen día dejó de venir… No vino más… Y nos pensamos lo peor...


Antonio Senciales



Antoni

ANTOÑITO ‘Procesiones’

Me acuerdo de un individuo al que se conocía cariñosamente con el nombre de Antoñito ‘Procesiones’, muy alto, algo deficiente mental, que no engañaba nunca a nadie. Sabíamos de sus aficiones: le gustaban los buenos puros habanos, el café tempranero bien calentito con churros, la cerveza Cruzcampo con buenas tapas e incluso lucir trajes que mucha gente no se podía permitir en aquellos años. Todo se lo agenciaba al parecer de forma totalmente gratuita.
Acompañaba a las procesiones de Semana Santa, precediendo a las bandas de música con ademanes de solemne y distinguido director de orquesta desde su altura imponente.

Antonio Senciales