18.5.09

El terror

Entré valientemente, no tenía por qué tener pasarme nada malo. Mi valor se esfumó cuando oí los primeros gritos. El pasillo estaba lleno de telarañas y espejos. Escuché otro grito aterrador. Algo tocó mi brazo. Me di la vuelta lentamente. Un hombre cubierto de cortes y sangre me miraba fijamente. Sujetaba una sierra ensangrentada. Chillé y salí corriendo. Entré en la habitación situada al final del pasillo. Estaba lleno de cadáveres que me miraban sonriendo. Esto era demasiado para mí.
Pude escapar por la salida de emergencia. No había durado ni dos minutos en "La casa del terror". ¡Siempre igual!

Rocío Cancio Gómez
¡S.O.S.!

¡Ayuda! Por Dios, que alguien me ayude. El brazo... me duele mucho... Me parece que me han dado. No puede ser... me estoy muriendo. Tengo que estar alerta por si hay más enemigos por aquí. No creo que vengan a buscarme; los de mi equipo han muerto todos, estoy solo contra los Iraníes. ¿Quién me mandaría a meterme en esta misión? Mira que me avisó mi madre... Estoy muy asustado: acabo de escuchar algo entre los matorrales. Viene un enemigo y está muy cerca. Escucho sus pasos. ¡¡Pooom!! Me dio. Game over. No debí comprarme este juego: es demasiado violento.

J. Guillermo Rodríguez Pizarro
Producto de Imaginación

Todas las personas que necesitaban ayuda de “imaginación”, para algún trabajo en la empresa, para escribir un libro, pintar, etc…., compraban un producto llamado.... Imagínatelo, en un supermercado.... Imagínatelo, que soluciona esos problemas. Carlos, pintor de Bellas Artes, no sabía lo que imaginar para pintar, por lo que recurrió a ese producto. Se lo echó en la cabeza y en las manos y empezó a pintar. Hizo el mejor cuadro de la exposición del museo y ganó el primer premio. Virginia tuvo que echárselo en la garganta para imaginarse que podía hablar. Pero en realidad el producto no contenía nada.

José Manuel Rodríguez