12.12.08

Síncopes

Eusebio, el señor Eusebio, llegaba cada día a las nueve menos un minuto. Siempre a la misma hora le veía empujando pesadamente la puerta al entrar al Hogar del Jubilado. Solo un día llegó unos minutos tarde: cuando murió su mujer Jacinta, la señora Jacinta, huraña o cariñosa, ausente o tarambana, relamida y sincera.
Cada mañana, Eusebio, al pasar delante de mi garita de secretaría, sin parar de caminar me comentaba puntualmente cualquier observación: “Llueve a cántaros. Gran regalo”, o “Qué calor. Se está en la sombra que ni pintao”.
Ayer también llegó un poco tarde: Jacinto, su gato.

Andreu Blanchar

20.5.08

Chat en cien palabras


ÚLTIMO MENSAJE RECIBIDO


“Luna acaba de iniciar sesión”

Luna dice: hola

Merlín dice: hola..te esperaba

Luna dice: no puedo quedarme, sólo me conecté para saludarte

Merlín dice: porqué?

Luna: tengo ke irme pronto..él está raro

Merlín dice: no t vayas

Luna dice: adiós

Merlín dice: ke haré sin ti?

Luna dice: entiendelo

Merlín dice: pero yo te quiero...

Luna dice: yo también tq

Merlín dice: ...sin ti moriré

“Luna aparece como no conectado”

Un icono gris aparece junto al nombre de ella.

Su mujer entra en la habitación, él está desplomado sobre el teclado...su corazón no late.

“...sin ti moriré”



Pilar Paz

2.5.08

En las sombras de la noche

Entrada la noche, el coche se desvía por un camino buscando las sombras.
Apagadas las luces se besan, se abrazan, desnudan sus cuerpos,
se despojan del miedo y se desatan sus instintos: no hay normas,
no hay leyes, sólo hay sexo, pasión, sensaciones, complicidad.
Sacian sus deseos como si se tratara del último día de sus vidas.
El coche se detiene en una calle de la ciudad. Sólo un adiós, una fugaz mirada.
Él se baja y camina sin volver la vista atrás.
Ella reanuda la marcha sin mirar atrás.
Él vuelve con su mujer.
Ella vuelve con su marido.

Pilar

21.4.08

¡Vaya marrón!

Ayer salí de mi casa con un pintalabios en el bolsillo de pantalón, tal y como había leído en una de esas revistas para saber cómo ligar con el chico que te gusta.
Con él, lo que hice fue que en el recreo escribí un mensaje en el espejo del cuarto de baño de modo que en un momento o en otro, el chico que me gusta, y para el cual era el mensaje, lo leería.
Pero, ¿quién se iba a parar a pensar en aquel momento de nervios, que los chicos no entran en el baño de las chicas?

María Díaz Carmona

10.4.08

Relato de cien palabras

Marina era una niña con una minusvalía, era muda.
Tuvo tal suerte que encontró un amigo que sabía lo que sentía y que poco a poco llegaron a ser novios. Él, le decía cosas preciosas al oído; Marina ya las había escuchado antes, pero nunca había sentido lo que sentía cuando él se lo decía.
Eran tantas las ganas que Marina tenía de gritar al mundo lo que sentía, que empezó a hacer gruñidos. Sus padres y Víctor la llevaron al médico.
Este no sabía lo que le pasaba, pero estando allí todos Marina murmuró sus primeras palabras: TE AMO

Mª del Carmen Rivero Cabrera

Una noche aterradora en Arahal


Un día me encontraba en la calle, perdido y con un dolor de cabeza. De repente vi un lobo a lo lejos. No sabía a qué distancia estaba, empecé a correr para el lado. Miré hacia él y estaba mirándome a los ojos y corriendo también para el mismo lado. Entonces mientras lo miraba vi cómo se acercó a una niña a la que mató. En ese momento me miré las manos y las vi llenas de sangre.

Eso es lo único que recuerdo de aquella noche. Al día siguiente apareció la niña muerta enfrente de una tienda de espejos.

José Mª López Pedregal

7.4.08

Un mundo "real"

En un aburrido día del invierno pasado, estaba yo buscando algo (no recuerdo exactamente qué era) en el misterioso y oscuro desván de la casa de mis abuelos, cuando encontré un libro gordo y cubierto de una gruesa capa de polvo. Lo abrí y me adentré en un mundo mágico en el que había seres de todas clases: magos, unicornios y criaturas por el estilo. Todo era demasiado fantasioso para mi gusto.

De pronto, me encontraba en mi cama. Me di prisa para desayunar y miré el reloj. Llegaba tarde al instituto, así que decidí ir volando en mi dragón.

Rafael Benjumea Domínguez
Todo es relativo

Miré hacia el techo y él estaba ahí, dentro de su cama, flotando sin más. No conseguía explicarme qué clase de truco era ése. Su cara estaba llena de odio pero a la vez de terror. Ambos nos miramos fijamente, pero me adelanté a sus movimientos y me abalancé sobre él. Forcejeamos fuertemente, pero le mordí y escapé lo más rápido que pude.

Todas las noches tengo un sueño parecido.

Hoy estaba en casa sentado y vi el periódico. Avisaba de una serie de crímenes y desapariciones que estaban ocurriendo en la zona. Menos mal que nunca salgo de casa.


José Manuel Brenes Castro