3.6.11

El cruce

No podía evitar dejar de mirar de un lado a otro y no podía evitar sentir la impotencia de no poder pasar al otro lado. Mirase donde mirase no veía escapatoria de aquel embrollo.
Miraba al frente y veía todas aquellas personas con el mismo deseo que yo, pasar al otro lado. Miraba a mi derecha o a mi izquierda, podía observar niños totalmente agobiados deseosos de pasar, y a sus madres igual, pero tras la larga y angustiosa espera, el semáforo se puso verde, paró en seco a todos los coches y permitió pasar a todos los angustiados peatones.

Sergio Romo Moreno