29.5.03

Tablas

No me parezco a papá. Yo soy mejor. Es cierto que al principio me ganó muchas partidas, probablemente miles. Mas con los años aprendí a mover mejor las piezas, y al fin nuestro nivel de juego se asemejó. A menudo hacíamos tablas. Luego, cuando empezaba a ganarle, murió. Siempre fue cobarde. Pero habrá tenido mucho tiempo para entrenarse, porque ahora se atreve a desafiarme desde el otro lado de los espejos. Por eso llevo siempre encima el pequeño tablero magnético. Y cuando me da la jaqueca me tomo las píldoras y hasta que me hacen efecto no voy a orinar.

Albert Rossell

27.5.03

Metamorfosis inversa

Me gusta darle la vuelta a todo. Por eso nací humilde y ahora dirijo un holding. Por eso fui a una escuela pública y ahora mis hijos van a un colegio exclusivo. Por eso a mí siempre estaban contándome esa memez del capullo de seda que se vuelve mariposa y a mis hijos les enseñan “alta dirección”. Ayer, casualmente, vi que el inepto de Ramírez tenía, como fondo de pantalla, una foto enorme de una mariposa. Acabo de llamar a los de Tecnología. Se la cambiarán por una foto del propio Ramírez. Sí. Me gusta darle la vuelta a todo.

Albert Rossell

25.5.03

No desees...

Introdujo las llaves en la cerradura venciendo una pequeña resistencia inusual para abrir. Atravesó el umbral. Se asustó: era su casa y no la reconocía. Sus funcionales muebles se habían convertido en barrocos, sus libros de ensayo en ciencia-ficción, su desorden en orden, su música gospel en chill-out… Antes de que sus viejos pensamientos le abandonaran para convertirse en nuevos, pasó por su escéptica mente su último cumpleaños, su deseo, en el que nunca creyó y que llevaba pidiendo tantos años, antes de soplar las velas: "quiero cambiar de vida". Ironías del destino… el cambio llegaba cuando ya era feliz.

Mònica Segura

22.5.03

Sueño

Sueño. Y en mi Sueño, Deliro sobre mi destino. Porque mi Destino no es sino Delirio vestido de Sueño. Mis delirios me empujan al Sueño de mi Destino, destino libre de Delirios y Sueños. Porque tras mi Sueño y Delirios sobre el Destino, Despierto. Y no puedo evitar el Delirio. Todo sigue igual, sueño y delirio dueños de mi destino que escapa más allá de mis sueños. Destino inalcanzable, y despierto sólo no me queda sino mi Delirio. ¿Acaso no es Delirio mi Sueño de un nuevo destino que me empuje lejos de mis delirios? Sueño. Y en mi sueño…

Anjuin Elekhan
Dudas

Como cada noche, me acechaban los fantasmas. De nuevo, quise ser valiente pero no pude. Me oculté bajo las sábanas, amparado por la estatuita fluorescente del Niño Jesús que tenía entre las manos. Su luz verdosa y verdadera me protegería en mi blando refugio. Pero aquella noche me acosaron también las dudas. Necesitaba apretujar al Niño cada vez más fuerte. Sudé copiosamente y no conseguí dormir. Al levantarme, guardé la estatuita en el baúl de los juguetes viejos. Luego, en la escuela, el retrato del Caudillo y el crucifijo me parecieron, tan sólo, una lámina y un objeto de madera.

Albert Rossell
Qué pena ser miedoso

¡Qué pena ser miedoso ahora que tengo superpoderes! Fue a las pocas horas de ver la peli, pero mis padres no me creen. Dicen que sólo doy saltos largos, que pongo el pie en el suelo a cada momento. No se enteran.
Subirme a la barandilla ha sido más fácil que nunca. Mis padres duermen desde hace un buen rato. La noche es bonita, como un espejo negro. ¡Qué pena ser cobarde! ¡Y qué envidia me dan los otros niños! No paran de lanzarse, descienden a toda velocidad, como si no tuvieran vértigo, y remontan de nuevo hasta sus balcones.

Albert Rossell

19.5.03

Prejuicios

Nacieron con el pigmento inadecuado, en una sociedad aún no preparada para abandonar sus prejuicios. Su futuro era incierto y sólo el azar podía salvarlos de una vida de peregrinaje, desgracias e insatisfacciones. Un día les tocó la lotería. Sus nuevos padres volaron desde muy lejos para rescatarlos, para ofrecerles el calor de un hogar, el amor de una familia, la mejor educación y la tranquilidad de los bienes materiales. Hoy tienen una vida feliz, pero la sociedad no ha cambiado lo suficiente, su pigmentación sigue siendo la misma y, tras unos años, emprenden la difícil búsqueda de su pasado.

Mònica Segura

16.5.03

La caja de hojalata

Huí al sótano y metí miga de pan prensada en mis oídos. Abrí la añosa caja y tomé otra carta al azar:
“Cuando anochece coloco tus fotografías bajo la almohada y así me siento cerca de ti. Al amanecer, las meto en el bolsillo izquierdo de mi uniforme, y así están cerca de mi corazón. Cuento los días que me quedan de servicio para retornar y casarnos…”
Es dulce, me ama, me desea, es dulce, me ama, me…
─ ¡Mala puta! ¿Se puede saber dónde coño te has metido? ¡Que me traigas otra botella de vino ahora mismo o te mato!

Ana Santolaria

12.5.03

Buscándolo

¡Qué por favor, alguien haga comprender a mi amado que lo estoy buscando! Es que él no puede ver y tampoco posee la facultad para oir. El solo me sonríe. Dice que puede interpretar el rostro de mi cara, al sentir el frescor del ambiente, pero parece que tambien tiene problemas con las sensaciones y el tacto. Cree que soy feliz, al sentir el aroma del campo, pero si mal no recuerdo, el doctor tambien afirmó que es un incapacitado de oler.
Me da tanto miedo que alguien lo envenene, pues al fin que tampoco posee el sentido del gusto.

Rosy Gutiérrez

8.5.03

Papilla de frutas

- Papá, papá, ¿dónde estoy? – insiste Jorge.

Le encanta ese juego. Cierra los ojos con fuerza y papá, que ya no le ve, empieza a preguntar:

- ¿Pero dónde te has metido, Jorge? Hace un momento estabas aquí y ahora no te veo...

Es así cada tarde. Jorge es feliz escondido tras sus párpados, en una nada que huele a papilla de frutas, sabiendo que papá le busca preocupado.

Sin embargo, hoy ha sonado el móvil y papá lleva mucho, mucho rato hablando. Y Jorge se acuerda de mamá, que aquel día mantuvo los ojos cerrados demasiado tiempo y ya no volvió.

Albert Rossell
Sólo una imagen

Palpo sin dificultad mis brazos, pero no los veo. Tampoco veo mis manos, pese a que siento su tacto reconfortante al entrelazarlas. Paso mis dedos por las pequeñas heridas del cuello y las percibo en las yemas. Trato de mirar mis pies, mis piernas, la barriga prominente que con la edad me avergüenza menos, pero al parecer soy invisible por completo... Salvo en el espejo. Al otro lado del espejo, aunque no puedo palparlo, mi vientre sobresale todavía. También mis dientes, blancos, hermosos, largos. Afortunadamente ya no hay duda. Me alivia saber que el vampiro es el del otro lado.

Albert Rossell

4.5.03

Mimetismo

Ayer, mientras buscaba frases adecuadas para narrar una historia, me miré al espejo y vi una araña construyendo su tela. A medida que iba juntando palabras, más y más moscas quedaban pegadas en esa telaraña. Me inquietó.

Hoy me faltaba el último vocablo para terminar mi historia. Lo tenía en la punta de la lengua. Al fin se me ha ocurrido, pero en catalán: desimboltura, y, traduciendo, he atrapado la palabra huidiza. Entonces he visto que la araña del espejo tenía ahora dos telas –la nueva con una sola mosca–, y saltaba de una a otra con cierto desparpajo.

Albert Rossell
Hopfferia

A José María siempre le encantó su diccionario ilustrado. En él podía, por ejemplo, buscar la palabra ‘Mariposa’ y encontrar en una lámina la Lemonias sudias, la Morpho cypris o la Hopfferia militaris. Pero ahora está inquieto. En su biblioteca le ha parecido ver a una anciana vestida de negro y manchada de sangre. Luego ha creído que era sólo una sombra. Sin embargo, en la lámina, la Hopfferia militaris lucía unas alas mucho mayores, y la página con la entrada ‘Guerra’ se acompañaba de fotos numeradas (1. Rostros. 2. Piernas. 3. Ojos. 4. Brazos.) que jamás había visto allí.

Albert Rossell
Desde el balcón

Sentado en la falda de mi abuela, en el balcón, repasábamos juntos las marcas y modelos de todos los coches. Recuerdo el ademán del guardia urbano al darles paso, y que me gustaba mucho el “Tiburón”. Esas numerosas tardes con sabor a pan y chocolate no pueden volver. No sólo porque mi abuela nos dejó, y yo he perdido mi afición por los vehículos, y los guardias son semáforos. Es, sobre todo, porque alguna comisión municipal decidió invertir el sentido de circulación de mi calle, que ahora me resulta ajena. Es cierto, el tiempo le da la vuelta a todo.

Albert Rossell
Bajar al sotano (Una continuación)

La que se ha armado hoy aquí. Hay gente de Emergencias corriendo, policías tomando notas, el personal de la oficina está atónito y mi jefe yace lívido en un charco de sangre con un cuchillo clavado en el corazón. ¡Que nooooooo! que no se entera, que Hallowen ya pasó. Lo que parecía una mañana rutinaria, reunión, subida del expediente del sótano... las voces... de repente ha derivado en todo este circo. Y como tengo el traje de sangre (o lo que sea) y soy la única persona que está manchada, si es que ya lo digo yo, me tiene
manía.

José María Puerta
Compañero de viaje

Subí al Subte en la estación Congreso, me senté al lado de un niño de aproximadamente diez años, era un vendedor ambulante. Me preguntó por qué el tren de enfrente no salía, le expliqué que seguramente saldría con posterioridad al nuestro.
Le pregunté si iba a la escuela. No hace falta me dijo, sé leer. Se paró y ensayó con orgullo y dificultad leer los carteles luminosos del vagón.
Me pidió una moneda.
Le dije que no tenía.
Se abalanzó sobre mí.
Me asusté.
Me dio un sonoro beso en la mejilla.
Y no fue a cambio de una moneda.

Lidia Cabrera

Enseñar, dura tarea

Llegó a su clase como de costumbre, temprano. Había preparado cuidadosamente el material, para que esos jóvenes alumnos siempre tan dispersos, se interesaran en los conceptos que había estado enseñando durante tantos años. Siempre había hecho su trabajo con alegría, a pesar de las dificultades, a pesar de lo poco que recibía a cambio.
Sentía el paso del tiempo, su concentración no era la misma, aunque sabía que contaba con una gran experiencia para trasmitir a esas ávidas almas.
¿Pero qué ocurre hoy? Se preguntó.
¿Por qué no llegan mis alumnos?
Lo habían jubilado y se habían olvidado de avisarle.

Lidia Cabrera