20.1.03

Otra clase de golosinas

Tiene no menos de setenta años y vive sola en un departamentito de una vieja vecindad del Centro. La gente dice que hace seis meses se mandó sacar los pocos dientes que le quedaban... A través de la única ventana de su vivienda vende refrescos, caramelos, chicles, chocolates. También ofrece, a razón de cincuenta pesos cada una, otra clase de golosinas: felaciones. Los estudiantes de la secundaría pública que está del otro de la calle son sus clientes más asiduos. A veces, a media mañana, se puede ver a tres o cuatro esperando su turno frente a su herrumbrosa puerta.

Roberto Gutiérrez Alcalá

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