22.6.03

Temblor en la mesa

Mis padres me conocían bien: caprichoso, impetuoso, como mi abuelo; simpático, bondadoso, como mi madre; inteligente, trabajador, como mi padre. Un día, mientras comíamos, mis padres me recriminaron mis arrebatos de mal genio (me había peleado con mi hermana), heredados también de mi abuelo. Éste, al oir sus reproches, descargó súbitamente un monumental puñetazo sobre la mesa, declarando a gritos, mientras aún temblaban botellas, vasos y platos, que estaba hasta los cojones de que todos mis defectos se los atribuyeran a él. Hubo un tenso silencio. Entre salpicaduras de sopa, por primera vez en mi vida hice propósito de enmienda.

Albert Rossell

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