8.12.03

El que muere por la daga

Era una vellonera moderna con plasma de colores pulsando al tema tocado. La observaba como espía a través del espejo detrás del mostrador. En una barra del 1 al 10, su hígado cirrótico timbraba por el 9.7. Su nostalgia pululaba por el mismo vecindario. Esperaba que las crecientes sombras de la noche le tiraran su migaja de esperanza. Escuchaba a Lucho Gatica cuando sintió la primera punzada en el costado. Con la discreción de las entregas suicidas de buen bohemio, caminó al baño y se dejó deslizar sobre el inodoro, dejando que las patadas en la puerta marcaran su deceso.

j. a. morales

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