13.10.03

Desconcierto cotidiano

Hoy amanecí como de costumbre, pero extrañamente no había nadie en casa. Tampoco me cogieron el teléfono. Sorprendido llamé a Patricia y me respondió alguien que decía haberme equivocado. Igual me sucedió con todos los números de mi agenda. Tras coger el coche comprobé que en mi empresa la gente no era la misma, ni los vecinos, ni los dependientes, nadie era nadie y todos miraban raro mi cara rara. Después de volver y dedicarle dos gritos al espejo con rostro desencajado, he decidido regresar a la cama. Posiblemente la próxima vez salga del sueño y despierte en mi pesadilla.

Vortex

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