26.4.04

Sus enormes ojos verdes

Hoy la vi. Y supe que era ella. ¿Cómo olvidar sus enormes ojos verdes? Aún conservo la foto que me regaló al poco de conocernos. Y hoy la he vuelto a ver. Han pasado casi diez años, pero sentí el latir de mi corazón en mis sienes con la misma intensidad que antaño. Y de pronto me sentí pequeño. Infinitamente pequeño. Pasaron por delante de mis ojos aquellos amargos días en que descubrí la vida a su lado. Y a pesar de todo puedo sentir sino dolor. Porque un adiós como aquel siempre duele. Y no sé si podré olvidar.

Raul García

Deseo

Comenzó por una pequeña arruga en el entrecejo. Luego siguió por los párpados. Tiempo después se dio cuenta de que los pómulos no estaban a la altura correcta: un poco de grasa del abdomen corrigió esa evidente anomalía. Los surcos a los costados de la boca llevaron a una serie de cirugías que incluyeron el mentón, la parte inferior de las mejillas y el cuello. Con los años, sus rasgos se estiraron, subieron, bajaron, se achicaron y se agrandaron incontables veces. Un día descubrió, en una foto, las facciones que realmente deseaba: era las suyas, antes de empezar todo eso.

Luisa Axpe
Cáscaras de nuez

La noche pasada, hija, cuando me encontré tan mal, tuve un sueño en el que me vi de nuevo en el colegio; reviví aquel día en que Don Esteban felicitó efusivamente a Javier por su habilidad manual, y éste le contó que proyectaba hacer, tan sólo con papeles, colores, tijeras, pegamento, palillos y cáscaras de nuez, las tres carabelas de Colón. Entonces me pareció una idea maravillosa, y me prometí que yo también las haría... algún día. Todavía me encuentro muy mal, hija, ya ves que no es un capricho... Por favor, anda, acércate al colmado y tráeme las nueces...

Albert Rossell
De la luz y de la ausencia de ella

Pensé en el día y pensé en la noche. No pude hacer otra cosa más que concentrarme en la luz y en la ausencia de ella…tan mítica…tan inolvidable…tan eternamente mujer y princesa. Tan parecida a aquella vieja musa que parsimoniosamente me seducía con sus palabras, pero no tan abierta…no tan…extraña. Así era su presencia, intoxicante como la nicotina o el alcohol, pero sin tanto glamour…eso si…era tan adictiva, que mis sentidos en un momento dado empezaron a necesitar su presencia. Pero no volvería, ya no más, decidió apagar la luz y borrar toda su presencia de mi memoria. Así fue.

Arturo Flores C.

20.4.04

Paisaje humano

Me levanto justo de tiempo. Los pequeños todavía duermen. Mi mujer no encuentra una libreta del banco, pero no puedo entretenerme. Mientras me ducho, observo que junto a la escobilla del wáter hay una pelota amarilla, y tomo nota de este ejemplo para el tema que hoy expondré en mi conferencia: cómo los humanos, desde la prehistoria, siempre hemos estando alterando el entorno; creando, desde nuestra misma infancia, un nuevo paisaje humano... Cuando salgo de la ducha me dice mi mujer que ya ha encontrado la libreta: estaba en el horno de la cocina –la de juguete, por fortuna–.

Albert Rossell
Esencia

Ella, sentada al borde del precipicio. Ella que levita entre los tiempos, placida hoy y consternada mañana. Espera con anhelo despertar de su eterno letargo, mientras sentada en el barranco ante el abismo, nos observa, nos vigila. Poder ser dueña y reina, de ese mar de incertidumbre que estará por acechar. Despertar, resucitar, de su largo sueño, y ya nunca mas dar marcha atrás. Ahora ya si, la Esencia renace, contrariada de su larga quimera. Se siente extraña, brota de si una inocencia abrumadora, abre los ojos con fuerza ancestral. Para ofrecerse en cada segundo de esta cruzada, la Esencia.

Electra

16.4.04

Por amor

Vuelve arrastrando los pies, pero en esta ocasión ni siquiera llora, porque ya es la cuarta vez que los milicianos la violan en grupo cuando va o vuelve del pozo. Ha asumido que no puede evitarlo, porque es el único pozo y queda a quilómetros de casa. Tampoco esta vez se lo dirá a su hombre. Guardará el secreto en su corazón, y lo hará no sólo por la vergüenza de que se sepa lo sucedido, sino porque él, que la quiere, se arriesgaría a ir él mismo a buscar agua. Y él, a diferencia de ella, no volvería vivo.

Albert Rossell
Bravucones

Es muy duro tener que disimular a diario. Levantarse cada mañana como cualquier mortal e irse a trabajar. Y allí soportar a los bravucones de siempre, jactándose de que cualquier día le hacen al jefe esto o lo otro, porque como se pase un pelo le saltan a la yugular... Y no poderles decir que yo sí sería capaz de saltarle a la yugular, y perforarla con mis incisivos y chupar su sangre hasta dejarlo inánime, pero no me conviene porque trabajo para él y podrían relacionarme, así que es mejor salir por las noches y asaltar a cualquier incauto...

Albert Rossell
Pena

Saltó. Sus ojos, fijos en la nada. Mientras caía recordó aquel amargo atardecer junto a la carretera. El sol se ponía. Ella cayó de rodillas llorando amargamente. Se aferraba a las manos de él intuyendo que era el fin. Él partiría irremediablemente y su vida perdería todo sentido. El llanto ahogaba su voz y nunca pudo decirle que le quería. Él soltó sus manos. Se alejó, dejándola perdida en un laberinto de llanto. Ahora era demasiado tarde. La carretera volvía a estar cerca de ella. Pero esta vez no caería de rodillas. La carretera se tiñó de amor y dolor."

Raul García

Bautismos

Al principio fue "la casualidad". O así bautizó a aquel encuentro. Por esa manía occidental de no creer en las señales. De no querer creer. En cualquier caso, siempre quedaban las horas diurnas en las que las labores cotidianas teñían de irrealidad lo sucedido. Ante cualquier intromisión, bastaba sacudir la cabeza o salir a comprar tabaco. Pero la noche siempre llegaba. Y con ella," el pliegue". Porque así fue como llamó a la necesidad irremediable de buscarle cada vez. Aquella identidad castradora (fam. "complicidad") fue minando los encuentros. Criba final...

Hoy ha bautizado como "libertad" a las fauces del abismo.

Lucía

13.4.04

Antagónicos

Le gusta el fútbol. Bueno, en realidad lo que le apasiona es el Barça; el fútbol le importa una mierda. Pero últimamente el Barça no gana nada... Claro que la amenaza de bajar a segunda parece descartada, y hasta parece fácil clasificarse para la Champions, y la nueva directiva genera ilusión, pero el Barça ya no gana nada... Cómo vivir así... Por fortuna, siempre queda el Real Madrid, que a pesar de sus jugadores tenidos por galácticos –en ocasiones más bien nebulosos– a veces pierde. Y él, entonces, saca del cajón los petardos y los cohetes, no vayan a caducar...

Albert Rossell

5.4.04

Si la gente fuese normal...

Tan sencillas que serían las cosas si la gente fuese normal... –medita–. Vas por la calle tranquilamente, te viene uno de frente, y nunca saben a qué lado apartarse. ¿No van los coches por la derecha? ¡Pues nosotros igual, jolines, mira qué fácil! Lo peor es cuando llueve... –sigue pensando–. Tú vas tan normal por tu derecha, con tu paraguas, y siempre tienen que venir los que se lo han olvidado, pegados a las fachadas, a su izquierda, para protegerse bajo los balcones, ¡pretendiendo que tú, bien pertrechado, por tu derecha, te desvíes! ¡Pues no habérselo dejado, narices!

Albert Rossell
Levantarse con el pie izquierdo

Apenas me levanto, mi pie izquierdo va adquiriendo paulatinamente una coloración rojiza. En pocos minutos ya duele, y al cabo del día resulta muy molesto. Sólo se me alivia elevando la pierna: enseguida deja de doler y el color vuelve a ser normal. Todos los médicos están seguros de que hay algo, pero no encuentran qué, y ya llevo así dos años. Mientras tanto, a menudo hallo personas muy sabias que me "animan" sugiriendo que esto es un problema psicológico. Lo es, seguro: mi pie izquierdo está celoso del derecho, y se pone rojo y duele para reclamar mi atención...

Albert Rossell

4.4.04

Fabiana

Fabiana llora, ya ha entendido que nunca más podrá ver a su amor. Las lágrimas le caen. Recuerda ahora todos aquellos momentos que vivió con él. Sus ojos, su cara, su sonrisa, ya nunca más la podrá ver. Su proyecto de vida, su casa, su primer hijo, nunca más lo podrá ver. Nunca más, porque él ha saltado dentro de aquella caja, con aquella tapa donde está escrito Fabrizio Ponte. Su marido no era Fabrizio Ponte. Ahora aquella caja está cerrada para siempre, ya la meten en aquel agujero, para taparla con un mármol oscuro. 15/02/1977 - 01/04/2004. Llora saltamontes, llora.

Salva Subarroca
Represión policial

Siempre que volvíamos de la guardería, mi hijo no quería entrar en el portal. Era lógico, prefería ir al parque de paseo, pero yo tenía cosas que hacer en casa y él debía aprender a obedecer. Harto de las pataletas que montaba, ya francamente populares en el barrio, y visto que por las buenas no le convencía, hace poco llegué a un acuerdo con el portero: cuando nos ve llegar hace sonar una sirena que al parecer emplea para ahuyentar a las palomas, y yo le digo al niño que es la policía, que viene a llevárselo por malo. Funciona.

Albert Rossell
Dentro

Súbitamente el ruido que ya escuchaba desde hacía unas horas dejó de estar ahí. La mujer se quedó mirándole y él le sonreía de vez en cuando, pero nada le hacía olvidar el tic tac del momento. Él llevaba un reloj pintado en el pulso, trágicamiente negro. El olor le gustaba. Insatisfecha se fue a mirar en el espejo pero no se pudo ver, porque no sabía cómo hacerlo y tenía que saber todo hasta las siete de la mañana, cuando se quedaba dormida . Si él se quedase, ella permitiría quedarse triste, sólo porque no tuve tiempo para conquistarle...

Filipa Lucena

1.4.04

Recuerdos

En la casa de campo de sus padres, mientras su mujer descansaba, ha estado jugando al fútbol, en un terreno todavía por urbanizar, con su hijo de siete años que se pirra por la bola. A la hora de comer vuelven a la vieja casa, llena de recuerdos de tantos veranos, algunos mejores que otros. Ambos se lavan las manos. De repente abraza a su hijo muy fuerte, le besa. El niño, feliz y sobrado de afecto, se lo quita de encima -¡qué pesado, papá!-. Él se queda mirándose en el espejo, pero al otro lado se ve de pequeño.

Albert Rossell