22.5.03

Dudas

Como cada noche, me acechaban los fantasmas. De nuevo, quise ser valiente pero no pude. Me oculté bajo las sábanas, amparado por la estatuita fluorescente del Niño Jesús que tenía entre las manos. Su luz verdosa y verdadera me protegería en mi blando refugio. Pero aquella noche me acosaron también las dudas. Necesitaba apretujar al Niño cada vez más fuerte. Sudé copiosamente y no conseguí dormir. Al levantarme, guardé la estatuita en el baúl de los juguetes viejos. Luego, en la escuela, el retrato del Caudillo y el crucifijo me parecieron, tan sólo, una lámina y un objeto de madera.

Albert Rossell

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