4.5.03

Desde el balcón

Sentado en la falda de mi abuela, en el balcón, repasábamos juntos las marcas y modelos de todos los coches. Recuerdo el ademán del guardia urbano al darles paso, y que me gustaba mucho el “Tiburón”. Esas numerosas tardes con sabor a pan y chocolate no pueden volver. No sólo porque mi abuela nos dejó, y yo he perdido mi afición por los vehículos, y los guardias son semáforos. Es, sobre todo, porque alguna comisión municipal decidió invertir el sentido de circulación de mi calle, que ahora me resulta ajena. Es cierto, el tiempo le da la vuelta a todo.

Albert Rossell

No hay comentarios: