16.7.03

La hora del relevo

Observó su propia mirada reflejada en el agua. Todos le tenían gran respeto, sobre todo por su capacidad de improvisar planes de evacuación ante el fuego. Y estaba seguro de poder merecer todavía muchos años más esa admiración. Pero algo en sus mismos ojos le hacía dudar. Los jóvenes venían empujando con fuerza. Su propio hijo rivalizaba ya con él...

Se alejó del río y pidió a su hijo que lo acompañara al risco. Allá arriba, ambos recibieron las aclamaciones. Luego, sencillamente, se retiró al bosque, para que todos supieran que en adelante ya sólo sería el padre de Bambi.

Albert Rossell

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