8.5.03

Sólo una imagen

Palpo sin dificultad mis brazos, pero no los veo. Tampoco veo mis manos, pese a que siento su tacto reconfortante al entrelazarlas. Paso mis dedos por las pequeñas heridas del cuello y las percibo en las yemas. Trato de mirar mis pies, mis piernas, la barriga prominente que con la edad me avergüenza menos, pero al parecer soy invisible por completo... Salvo en el espejo. Al otro lado del espejo, aunque no puedo palparlo, mi vientre sobresale todavía. También mis dientes, blancos, hermosos, largos. Afortunadamente ya no hay duda. Me alivia saber que el vampiro es el del otro lado.

Albert Rossell

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