25.1.05

Sin salida

Sabe que no tiene escapatoria.
En menos de 5 minutos morirá aplastado sin piedad. El tiempo le va en contra y las paredes son demasiado altas para poder salir con vida. Piensa en como escapar pero uno a uno sus compañeros van desapareciendo. Cada vez más solo, cada vez más aterrado. De repente alguien grita.
"Feliz 2005"
"Por el culo te la hinco"
Está solo. Da gracias a Ramón García por haberse equivocado con los cuartos.
Pero ese chico de 9 años no lo dejará escapar y lo hace desaparecer "y boca y dientes más allá"
Adiós grano de uva.

Salva
Vuelta


Cuando se levantó ese día, supo que no iba sería un día normal.
Bajó a la calle, miró a su alrededor y comenzó a andar. Llevaba la
cabeza agachada, sin mirar al frente, sin saber adónde le llevaban sus
pasos.
Caminó, caminó durante mucho tiempo, sin subir la mirada, sin pensar
en su destino.
Cuando creyó que tenia suficiente, paró. Lentamente subió la mirada y
observó a su alrededor.
Había llegado al infinito. Giró la vista y vio lo lejos que estaba del
mundo real, de SU mundo real.
Entonces lo comprendió. Sonrió y gritó:
- ¡¡ HE VUELTO !!


Caelete
Amores perros

Se atraparon en medio del bosque, sin apenas dar tregua al jadeo. Sucumbieron entre sus brazos confundiéndose bajo las hojas que caían más despacio que deprisa. Los ojos de uno centelleaban contra la piel blanca de la otra y la saliva se mezcló con el sudor. El jadeo cedió al gemido. Alguien gritó ¡se acabó el descanso, sigan!
Los amantes se miraron con pasión y se despidieron con un leve parpadeo.
-Hasta el próximo bosque- susurró ella.
-Sí -rugió el, y continuaron su desenfrenada persecución.
Alguien creyó ver un lobo acechando una virgencita cerúlea.
-Puta- dijeron unos
-Malvado- soltaron otros

Agustí Sanfeliu
El pintor

Primero empezó por el rojo, pero claro, era el color de la sangre. Cambió entonces por el verde, pero notó que le recordaba a algunos horribles insectos. Probó con el negro, y sintió en él la cercanía de la muerte. El blanco debe resultar, -se dijo- pero éste se le asemejaba a las mortajas fúnebres. Y así fue probando con decenas de colores, hasta que se rindió amargamente. Un último intento con el naranja, que pronto descartó por relacionarlo con los chalecos de seguridad, lo sumió en un profundo pozo creativo. Abandonó la idea y dejó al perro como estaba.

Darío Blanco