8.12.03

Rey de picas

Salía a trabajar. Como siempre, ahí enfrente estaban las preciosas casitas tan características de este barrio, cada una caprichosamente pintada de un color diferente. Pero hoy, además, había también unos enormes naipes de póker, rojos o negros, que parecían extravagantes rótulos publicitarios. Había uno en cada casita, insertado en vertical entre los cilindros unidos de la doble salida de la chimenea. Se veían desalineados, como añadidos con desatino por un niño. Un tejado permanecía todavía vacío cuando, atravesando las nubes, ha aparecido de repente una gigantesca mano regordeta y ha encajado con torpeza, entre ambos cilindros, un rey de picas.

Albert Rossell

No hay comentarios: