28.5.04

Hipérbole

Ni el sol mas hermoso del poniente, ni mil lunas de caras redondas relucientes y plateadas, ni billones de estrellas chisporroteando en el negrísimo firmamento de la noche. Nada podía compararse a la sensación de entrar en el hogar de su amada.

Por fín, había llegado. Después de miles de vidas lo había encontrado. Después de mirar por horas interminables sus enormes ojos café se había transformado en el mejor de los posibles seres humanos.

La sensación de un profundo y total sobrecogimiento silencioso lo inundó todo, su cuerpo, su voz, su mente.

Sin decir una palabra se unirían eternamente.

Deric Leonardo

26.5.04

Disociación

Nos cruzamos en la calle y su cara me resultó familiar. Busqué en mi mente tratando de localizarlo, pero todo esfuerzo fué inútil. Lo seguí hasta un bar, me senté a su lado y le expliqué brevemente que creía conocerlo pero ignoró todas y cada una de mis palabras, como si yo no existiera.¿ Habrá pensado que quería robarle ?. Decidido a olvidar caminé rápidamente. De pronto un chirriar de frenos...un estampido. Volví rapidamente atrás y ahí estaba él en la calle, muerto. Una niña intenta revivirlo; su grito es desgarrador:
-Papá!.
A ella sí la reconozco, es mi hija.

Darío Blanco
Esto no es para mi

Cualquiera podría decirme que no entendí la consigna. Pero me es raro imaginar un cuento
con estas características. Lo intentaré. Empezaré por el final, ya que es lo único prefijado.
Podría terminar con la palabra cien, casi como si el cuento fuera una regla, solo que
trastocando los números por palabras. Demasiado burdo. Además solo con poner una
coma entre uno y otro se obligaría a colocar un "y" antes del último; entonces
el noventa y nueve en realidad sería noventa y ocho!!.
Recién escribiendo me doy cuenta que muchos números ocupan más de dos palabras!!.
Esto es imposible.. abandono.

Dario Blanco

17.5.04

Ancestral

Los hombres trabajan sentados en el suelo, en grupo, a muy poca distancia unos de otros. A la hora en que el sol es más quemante dormitan, echados bajo las exiguas sombras de árboles poco vigorosos. Después del descanso seguirán golpeando, desgajando tenazmente con herramientas rudimentarias, separando y puliendo. La edad de piedra terminó hace mucho. Por eso ahora no van semidesnudos, ni visten pieles de animales, sino deslumbrantes cascos y monos amarillos. Pero esa manera de limpiar los afloramientos indeseados de capa vituminosa -chapapote, según algunos- de las vía del tranvía tiene, indudablemente, algo de tribal y de ancestral.

Albert Rossell
La plaza

Hoy pasé por la plaza. La han remodelado, y la pista de patinaje ya no está. Me jode. Me jode mucho. Ellos urbanizan, diseñan, y no tienen en cuenta mis sentimientos. Muchos árboles, y tierra, y bancos modernos, pero han quitado la pista. Mis padres nunca me dejaron patinar, por miedo a que me hiciese daño. Pero me gustaba que la pista estuviese ahí, metálica, ardiente, recordando a todos que yo también estuve, hace mucho. En lugar de procurar dejarlo todo igual, los humanos cambiamos las cosas, nos empeñamos en que el paso del tiempo se note. Me jode mucho.

Albert Rossell

13.5.04

El compañero

Ya son las siete de la noche y sentado en mi sofá contemplo a este mojigato par mío que me contempla desde el otro lado mirándome fijamente sin parpadear, sin pronunciar palabra. Como siempre con fastidio le lanzo algún que otro insulto y le hago gestos, mientras el, impávido solo me observa desde su rincón sereno, calmado, espectante.

Entonces me levanto de un brinco del sofá y casi corriendo voy a mi habitación para ver si así me deja por un instante aquel canalla que me acompaña siempre desde el día que lo descubri y supe que se llamaba conciencia.

Gonzalo Moscoso
Entrevista

Habla de su infancia. Un borrón le cubre parte de la cara, para que ningún televidente pueda identificarlo. Las preguntas del periodista apuntan a su derrumbe, a las drogas, al delito. Las respuestas parecen estudiadas, como si esas mismas palabras hubieran sido pronunciadas ya millones de veces. De abanderado a ladrón. De mejor alumno a asesino. El borrón, estático, unifica el discurso. Las emociones no emergen. Ni siquiera al hablar de los padres. No se ve la mirada, esa delatora. Hasta que, por debajo del borrón, surge un hilo serpenteante que inunda de brillo el rostro, la pantalla, el reportaje.

Luisa Axpe

10.5.04

Plagio

En un lugar de la mancha de café que se había derramado sobre el dossier, apenas se podían leer los datos personales más importantes del curriculum. Sería difícil reconstruir la cantidad de falsedades que incluía: ? en todos los currículos se miente, ¿o no? ?. Era hábil en el uso de plagios y falsificaciones que había utilizado como escritor de éxito, - qué se puede esperar de alguien que triunfa y se ve reconocido socialmente a pesar de no tener las mínimas aptitudes ? pero el problema es que no podía llegar a distinguir la filiación de cuyo nombre no puedo acordarme.

Andrés Calvo
Cuenta atras

DIEZ, los minutos que quedan para abordarte.
NUEVE, las veces que ensayé cómo decirte ?te quiero?.
OCHO, los metros que separan este bar de tu gimnasio.
SIETE, las veces que colgué sin decir palabra al oír tu voz en el teléfono.
SEIS, las rosas rojas para la ocasión.
CINCO, los autobuses que he cogido hasta llegar aquí.
CUATRO, los cafés que he tomado esperando verte salir de la puerta del gimnasio.
TRES, las uñas que me quedan sin morder.
DOS, las puertas que se abren para dejarte salir a la calle.
UNO, y cogido de tu mano.
CERO. Te perdí.

Carlos Font-Flaj
Despertar (2)
La tormenta sacudía violentamente la pequeña embarcación.
Ella sacudida en su interior por temores y vergüenzas añejas. ?¡No puedo morir!? decía.
Mientras su mente imparable examinaba su historia, una ola la echó por cubierta.
Tendida, herida, manchada de sangre, se le escapaba la vida.
Dolor y calma absoluta.
Su campo visual le mostraba el mágico descenso de las gotas desde alturas infinitas. Los relámpagos, el vaivén del barco, las olas que seguían mojando su cuerpo.
Desvanecidos imágenes y sonidos, ella notó su presencia invisible.
Vio su cuerpo muerto, desvalido.
La vida se le escapaba y sólo entonces la había conocido.

Ricardo de León
Historia del transporte superficial

Verdaderamente, el concepto de que los coches ensuciaban la ciudad, menguaban nuestra calidad de vida y constituían un peligro inaceptable, ya había arraigado mucho antes. Pero, es cierto, la incorporación del cívico tranvía resultó decisiva: el cúmulo de accidentes habidos tras inaugurar los primeros tramos evidenció la única opción. Se empezó con zonas experimentales y, a los cinco años, el tráfico rodado estaba prohibido ya en toda la ciudad. Con el tiempo, los estudios mostraron la conveniencia de suprimir también la circulación peatonal, excesivamente arriesgada. Hoy todos viajan sólo en omnitranvía. Pronto se abordará la cuestión de los olores corporales.

Albert Rossell
Despertar (1)

Despertó de súbito. Sin ningún estímulo. Ninguna voz, nada de alarmas, ni sonidos.
La visión de un cielo falso (esos techos de cartón prensado con cientos de agujeros que hay en los hoteles) le recordó quién era y dónde estaba.
Así, sin pensar en nada, salió a caminar persiguiendo el casi hipnótico sonido del mar estrellándose en la playa. Seguía al viento que agitaba sus ropas y sus cabellos, escuchando su estrepitosa pero serena melodía al ritmo de las olas. Recibía la brisa en el rostro, recogiendo conchitas y piedras de mar.
Caminando la arena, súbitamente sintió también su sonrisa.

Ricardo de León

3.5.04

Fui gota de lluvia

Fui gota de lluvia. En la inmensidad de la tormenta viajé por encima de ti. Por encima de todos vosotros. Os vi furiosos y acobardados. Os ví asustados y divertidos. Os ví odiando y riendo. Os ví solitarios y enamorados. Me crucé con vuestros sueños, esos que pretendían huir de la tierra y buscar su rincón en el cielo. Estrellado cielo. Os ví sentir alegrías y penas. Vistos desde arriba no erais más que minúsculos seres vivos. Indefensos y vivos. Y recé a los cielos para que durante tan solo un segundo no fuese lluvia sino lágrima de un llanto.

Raul García
La Armada Invencible

Volverán gozosos todos. Ninguno permanecerá en aquellas lejanas tierras en donde son vistos como indeseables invasores a los que hay que exterminar. Hoy se respira la misma satisfacción que cuando marcharon. El mismo sentimiento de fiesta, de protagonismo de una representación ajena, extraña, casi surrealista. Despierta el entusiasmo de unos o de otros conforme se desgrana el guión ¿A quién le importa el desenlace? Por más contradictorio que parezca siempre despertará aplausos y sentimientos encendidos de dignidad y orgullo nacional. Seguimos siendo valuarte del honor frente al vil pragmatismo sajón ¡Qué magnífica muestra de estupidez y arrogancia una vez más!

Ignacio Sanjuan
Puericultura

Mi niño es encantador. Tiene tres años y ya habla mucho. Frecuentemente me hace llamar a su abuela –mi madre– por teléfono, y le cuenta sus vivencias. Luego le pide que se ponga su otra abuela –la de mi marido–, y como no está allí se disgusta. Esto es muy negativo, el psicólogo me ha dicho que puede traumatizarlo. Por suerte, mis padres y sus consuegros quieren siempre lo mejor para su nieto, y como se llevan bien han decidido irse a vivir juntos los cuatro. Así mi niño podrá hablar con todos. Al psicólogo le ha parecido excelente.

Albert Rossell
Teatro

Los miembros del reparto se presentaron el día del estreno reflejando en sus caras la mezcla de incertidumbre y orgullo que les suscitaba el que les hubieran llamado para representar aquella obra y no les hubiesen dado ningún guión, papel, directriz siquiera. El director sólo les indicaba que pasaran por una puerta y que actuasen. Improvisaron.

Las luces se encendieron, se saludaron y aplaudieron unos a otros, porque descubrieron que no había público. Salieron de allí sin saber muy bien lo que habían hecho.

El autor de la obra estaba encantado. Todo lo que él había escrito había sucedido allí.

Germán Muñoz Jiménez