15.6.02

Sueños perfectos

Tengo un amigo cuyo sueño sería poder pasearse solo, vestido con un traje completamente blanco, al igual que los zapatos, el sombrero de copa y el bastón, por una reluciente mansión de su propiedad en el centro de cuyo centelleante salón central presidiría la vida un piano de cola inmaculado, de una albura superior a la pureza misma.

Mi sueño, en cambio, se parecería más a comerme una manzana en público, a mordiscos, ruidosamente, disfrutando hasta de los dos hilos jugosos que serpentearían desde las comisuras de mis labios. Y que a nadie le importase.

Con todo, somos excelentes amigos.

Albert Rossell

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