11.6.02

Sincronismo perverso

Mi vecina es de una puntualidad germánica. Cada día, entre las ocho y las ocho y cinco, exhibe a través de la ventana de la cocina sus carnes abundantes, deliciosas. Lo descubrí tras una gripe intestinal; tuve una diarrea tan aguda que, después, no evacué durante varios días. Luego mi ritmo volvió a la normalidad, y cada día a las ocho los retortijones, como un reloj suizo, me conducen inexorablemente al mismo lugar, desde donde no puedo verla. Procuro ir deprisa, pero con los nervios no hay manera. Tengo que conformarme imaginándola mientras mi esfínter se resiste a la dilatación.

Albert Rossell

No hay comentarios: