22.6.02

Ratón de luz

Cansado de estudiar, observé el pequeño resplandor que mi reloj proyectaba en la pared. Empecé a moverlo. Primero la muñeca, luego la mano, al final el brazo entero. El ratoncillo luminoso se desplazaba como loco en todas direcciones. Se movía muy rápido. Demasiado. Sospeché que su itinerario no se correspondía del todo con mis gestos. Poco a poco, comprobé que así era. Al llegar a ese convencimiento me quedé helado, noté que el pelo se me erizaba en la nuca. Busqué un asidero racional. Quizá no había tenido en cuenta el espejo a mi espalda. Me volví. Estaba completamente negro.

Albert Rosell

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