16.12.02

Una triste historia

Os quiero contar la triste historia de esta pobre criatura:
No conoció a sus padres biológicos, ni quién esparció la semilla que le dio la vida; creció asilvestrado en aquel símil de hospicio donde vivió lo mejor de su desdichada vida con otras criaturas como él. Lo separaron de sus amigos y lo mutilaron mortalmente porque debía tener prohibido un resquicio de felicidad.
Ahora vivirá en mi casa. No puedo salvarle la vida, sólo mitigar su sufrimiento hasta el fin de sus días, eso sí, sin la ignominia de llevar colgadas bolas plateadas, cintas, paquetitos dorados ni estrellas de oriente.

Andrés Calvo

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