11.12.02

La pulsión oscura

De repente estalló en un arrebato de furia destruyendo todo lo que encontraba a su paso riendo como el maniaco que era ahora a carcajada limpia.
Todo le daba igual, había llegado a su límite. Estaba harto de las reglas, de la moralidad, de reprimir su egoísmo y sus deseos más oscuros.
De ahora en adelante cometería todos y cada uno de los pecados que conociese y no conocería el remordimiento.
Todo el odio y la lujuria que atesoraba su alma quebrada manaba como un torrente de agua oscura.
Era un hombre nuevo y se sentía más libre que nunca.

Antonio Jiménez Benlloch.

No hay comentarios: