3.12.02


Certeza

Él quería conocerla para amarla. Para revelarle que todo el amor imaginable existía: él lo tenía para ella. Solamente para ella. Desde que la vio, supo que su vida había tenido como objetivo a esa mujer, que el resto de su vida sería totalmente de amor por ella. Sin medias tintas. Sólo esa mujer estaba destinada a convocarle el futuro de familia, y más aún: de convertirlo en un amante satisfecho que domaría a la vida y emprendería cualquier proyecto. Un triunfador. Nada podría detenerlo.
Pero era un hombre tímido. Para amarla, tenía que conocerla. Y nadie quiso presentársela. Nunca.

Rosa Elvira Peláez

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