31.12.02

Cuento

Conozco una habitación con un balcón y una niña. De día la casa duerme, de noche sale a respirar la noche, se abre el balcón y vuelan las cortinas.
Una niña blanca de luna sale descalza, en camisón, a soplar un beso que asciende, desciende y caracolea. A su paso, todas las lunas se encienden, todas las manos perdidas rozan con otra mano los nudillos (se oyen leves susurros de palabras escondidas). Conozco una ventana enrejada donde crecen flores en silencio, donde un niño pálido y transparente toma al beso en el hueco de sus manos y (por fin) respira.

Celia Marí

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