11.12.02

Jardín matemático

Jugando al ajedrez tengo la ilusión de ser yo mismo, me identifico con ese enrevesado mundo de piezas y casillas. Soy el explorador de un jardín matemático casi infinito, repleto de árboles de posibilidades que recorro incesantemente para perder el miedo. A veces hallo una torre, un caballo, una reina, cuya belleza me emociona, pero generalmente me diluyo sin conciencia en el laberinto de las interminables ramificaciones y olvido todo lo que está más allá de la partida misma. Procuro, incluso, olvidar la inutilidad de ésta, su final inevitable, cuando la banderita del reloj caerá y habré perdido por tiempo.

Albert Rossell

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