28.11.02

Nidos ocultos

Lo he estado pensando y creo que voy a vender la casa de campo. De hecho, nunca me gustó ir allí. Bueno, tal vez sí, al principio, cuando el abuelo jugaba conmigo. Me enseñaba los nombres de los árboles, y los nidos ocultos que luego aprendí a encontrar por mí mismo. Al abuelo no le gustaría saber que vendo la casa, se enojaría mucho, como aquella vez que me riñó tanto y yo aguanté el chaparrón con la cabeza baja, mirando al suelo, tratando de no ver los pedazos de cáscara y el cuerpo ya casi completo de aquel pajarillo.

Albert Rossell

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