7.11.02

Mi yo auténtico

No me gusta el olor a sudor agrio de la gente que me empuja en el metro, desviándome de mi camino, ni el hálito de mala digestión del director del banco cuando pretende enseñarme el oficio que conozco mejor y desde antes de que él naciera, ni la peste sintética de la cresta pintarrajeada de mi hijo mayor, que quiere cambiar el mundo y, de paso, enseñarme a mí a vivir. No. Yo ya sé lo que quiero hacer, y lo hago, como ahora en el wáter; hace rato ya que terminé pero permanezco aún sentado, oliéndome a mí mismo.

Albert Rossell

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