14.11.02

El crepúsculo de un guerrero

Yaciendo sobre el suelo mojado, perdido en la espesura de mis sueños, tiño la realidad de colores imposibles. Este crepúsculo otoñal no es como el de otras estaciones. El viento que ahora sopla, susurra profunda amargura de hojas caídas. Mis manos aún persisten agarrotadas alrededor de la empuñadura de mi katana. Ahí continua, inserta en su vaina, mientras mi espíritu escapa dejando tras de si lágrimas secas, coaguladas en mis ojos. Como un relámpago distante, recuerdo el campo de batalla: silbido de mil flechas, barro en la cara, crepúsculo teñido de sangre. El rumor de una vida que se extingue.

Jaime Munuera Bermejo

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