12.11.02

El cortauñas de mi abuelo

Estoy en el metro pensando en mi abuelo, en que poco me queda de él. Conservo un cortauñas bastante casposo que compró en un mercadillo. Hasta hace poco todavía lo usaba. Con cada pequeña crepitación recordaba su rostro de rubio andaluz, sus gestos vehementes. Ahora está roto, sin arreglo. Lo conservo pero no puedo utilizarlo. Quizás por eso está desvaneciéndose su recuerdo, su risa peculiar, sus atenciones cuando me operaron siendo niño, la colonia que se empeñaba en hacerme respirar para refrescarme, aunque más bien me mareaba, la misma que lleva –acabo de notarlo– el hombre sentado a mi lado.

Albert Rossell

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