18.11.02

Máscaras para una vida

La mañana despunta: brillos sin color, grises esperanzas despiertan embutidas en cáscaras maltrechas. La máscara seguirá agrietándose con el sol. Heridas sangrantes que nunca cicatrizan. ¿Por qué gimes? Porque nada es como lo soñaste ya hace tanto tiempo. La máscara sonríe a los extraños, simples transeúntes, a los conocidos, a otras máscaras. Sin embargo, bajo el disfraz lloras, te retuerces a causa de tu inconformidad ante la vida. La ciudad muere cada día, cuando al llegar el atardecer finaliza el primer, y único acto, de una eterna representación: miles de actores, un solo papel; una tristeza que devora nuestro ser.

Jaime Munuera Bermejo

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