30.5.02

Negativo

Esta mujer sudorosa, bigotuda, taladrándome. Y la pareja del rincón, tan acaramelados... ¡Estamos en una sala de espera, por Dios! ¡Somos enfermos!... No puedo pensar, ni leer. Mi estómago se hincha, quiere reventar. Y el médico lleva horas con ese estúpido que entró sonriendo como si fuera lo mismo estar vivo que muerto. Me siento morir... ¡Por fin! Todo mi cuerpo palpita mientras el médico examina los resultados del análisis. Todo negativo, no tiene usted nada, dice. De repente una libertad inconcebible, no peso, no siento, y casi no soy. Pero entonces, inexplicablemente, rompo a llorar. Como un recién nacido.

Albert Rossell

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