26.8.02

El abuelo

El abuelo iba entristeciendo a medida que su mirada se abstraía en el vacío. No oía, aunque no padeciera sordera, ni atendía a las súplicas de que comiera..., y paulatinamente iba consumiéndose. María, su nieta, alguna vez conseguía que aquella mirada perdida visionara alguna forma, y entonces el abuelo sonreía. Pero un día al abuelo le comenzó a chirriar la sonrisa, y no pudo cerrar más la boca.
Días después el abuelo falleció, con un rostro completamente atípico. Su media cara norte, con los ojos tristes y hundidos, contrastaba con su media cara sur, que sonreía plácidamente a la muerte.

Ana Santolaria

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