28.5.04

Hipérbole

Ni el sol mas hermoso del poniente, ni mil lunas de caras redondas relucientes y plateadas, ni billones de estrellas chisporroteando en el negrísimo firmamento de la noche. Nada podía compararse a la sensación de entrar en el hogar de su amada.

Por fín, había llegado. Después de miles de vidas lo había encontrado. Después de mirar por horas interminables sus enormes ojos café se había transformado en el mejor de los posibles seres humanos.

La sensación de un profundo y total sobrecogimiento silencioso lo inundó todo, su cuerpo, su voz, su mente.

Sin decir una palabra se unirían eternamente.

Deric Leonardo

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bonito con much sentimiento ;)