26.5.04

Disociación

Nos cruzamos en la calle y su cara me resultó familiar. Busqué en mi mente tratando de localizarlo, pero todo esfuerzo fué inútil. Lo seguí hasta un bar, me senté a su lado y le expliqué brevemente que creía conocerlo pero ignoró todas y cada una de mis palabras, como si yo no existiera.¿ Habrá pensado que quería robarle ?. Decidido a olvidar caminé rápidamente. De pronto un chirriar de frenos...un estampido. Volví rapidamente atrás y ahí estaba él en la calle, muerto. Una niña intenta revivirlo; su grito es desgarrador:
-Papá!.
A ella sí la reconozco, es mi hija.

Darío Blanco

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