14.12.01

Desde el instante en que lo vio nacer supo que nunca le vería echar los dientes. Esas perlas preciosas que brillan en la sonrisa de los niños. Ni vería crecer el pelo en su cabecita. Ni tampoco lo vería mamar la leche caliente de su madre. Intuyó que su vida sería corta, quizá seis meses... Previó que en poco tiempo le quitarían los huevos. Y sus ojos se arrasaron de angustia pensando que pronto lo matarían y que ¡pretenderían comérselo! Pero soltó una carcajada al percatarse de que, al fin y al cabo estaba viendo nacer a un triste pollo.

Er_Bedu

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