17.12.01

Cuando recibió aquel humo milagroso sintió como las cadenas que anclaban su cerebro se deshacían sin dejar rastro. Ahora navegaba por encima de sus preocupaciones mundanas preguntándose por qué cuestiones tan banales lo habían movido a provocar tanto sufrimiento. Intentaba aguantar al máximo aquel maná purificador en su interior por ver si aquellos apocalípticos jinetes, negra herencia de la estupidez humana, desaparecían para siempre de su espíritu, y mientras aguantaba pensó si merecía la pena volver y comprobó que sí porque ahora tenía esperanza. Una sonrisa afloró a su rostro, abrió los ojos, los brazos y, finalmente, expulsó el humo.

Nostromo

No hay comentarios: