14.6.04

Sirena

Con sus ojos cerrados emitió el canto más dulce.
Por un brevísimo instante el Universo entero calló para escucharlo.
Yo tan sólo fui la conciencia de ese momento. Mi cuerpo se encontraba allí, pero la experiencia del armónico sonido transportó mi ser etéreo hasta una orilla desde donde atónito lo observaba todo.
En un lentísimo abrazo dos cuerpos inmóviles, vacíos, esclavos de la gravedad, cayeron.
En un mágico rincón más allá dos radiantes almas jugueteaban amándose en la luz del silencio.
Cuando el mar agitado rompe sus olas impetuosas en las rocas, sólo entonces reina la calma en el océano.

Deric Leonardo

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