4.4.04

Represión policial

Siempre que volvíamos de la guardería, mi hijo no quería entrar en el portal. Era lógico, prefería ir al parque de paseo, pero yo tenía cosas que hacer en casa y él debía aprender a obedecer. Harto de las pataletas que montaba, ya francamente populares en el barrio, y visto que por las buenas no le convencía, hace poco llegué a un acuerdo con el portero: cuando nos ve llegar hace sonar una sirena que al parecer emplea para ahuyentar a las palomas, y yo le digo al niño que es la policía, que viene a llevárselo por malo. Funciona.

Albert Rossell

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