6.4.02

El futuro
Me intrigaba lo que pudiera augurarme el futuro, y en vistas de que una anciana vidente nunca erraba en las adivinanzas del porvenir de quien la requiriera, fui a visitarla. El lujo lucía por doquier en el interior de aquella casa. De oro, madera de caoba y marfil se componía el asiento donde se acomodaba la afamada misteriosa mujer. Le predijo sus días venideros: se rompería su matrimonio, le echarían del trabajo y perdería su perro. Se cumplió todo. Días después su esposa conducía un flamante automóvil, su jefe inauguraba una nueva empresa y su perro lo paseaba aquella anciana.

Ana Santolaria

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