1.2.02

Puñetera desgracia

Un día, mientras me arreglaba para ir a trabajar, me senté para ponerme las botas y me quedé inmovilizada, sin poderme levantar. No padecía ningún dolor, pero mi trasero no se despegaba de la silla y mis piernas no podían enderezarse. Grité que vinieran los vecinos y, llamaron a una ambulancia. En el hospital, tras explorarme a fondo, dijeron que mi cerebro había anulado toda función de mis piernas. Permanecería en tal estado hasta que, éste, les ordenara volver a caminar. Podía ser enseguida, o tal vez nunca. Cuando él lo quisiera. Todo mi ser pendiente de mi maldito cerebro.

Ana Santolaria

No hay comentarios: