18.2.02

Los extremos...

Si me fuera a una isla desierta me llevaría una pizza, antes que cualquier libro o prenda de abrigo. Desayuno pizza, la como, la meriendo y la ceno. Sueño con ella, confundiendo mis horas dormidas con la realidad. Mi vida es la pizza. Arrastro ciento noventa kilos, y mi cuerpo carece de vitaminas, proteínas, y no sé qué puñetas más; y tiene exceso de hidratos de carbono según dice mi médico, tras el achuchón. Pero soy feliz comiendo pizza, y el resto son tonterías. Llaman.

- Su pizza, señor.
- ¡Puaschhhhhh, qué asco!! Llévesela de aquí. ¡Traiga cualquier otra cosa, por favor!!

Ana Santolaria

No hay comentarios: