18.4.05

MALA MEMORIA

El fue durante muchos años conserje y amigo de aquella escuela efervescente; de todos los niños, especialmente de ella siempre tibia y cercana a su mano. Ella, la del registro más alto y limpio para las consignas hacia los tiempos anunciados.

Los ojos de mirar tantos cristales rotos la descubren. Sus miradas se cruzan. Ella ladea algo su cabeza y afirma el paso en la calle de los desfiles y las gargantas desbordadas. Asegura su mano al brazo que la conduce liviana en otra lengua y se pierde poco a poco, allá, donde los ojos del viejo, apenas pueden recordar.

Juan Eduardo Bernal Echemendía

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