6.4.05

Bajo el sol

Un día muy soleado llegó a nuestro poblado un hombre de la tribu vecina. Quería convencernos de pactar un armisticio para acabar con las continuas escaramuzas que menguaban los censos de ambas comunidades. Empleaba algunas de nuestras palabras y atuendos, y al principio siempre sonreía... Pero ya nuestros líderes nos habían prevenido contra esos vocablos pronunciados con acento inconfundiblemente foráneo, contra esas pinturas, amuletos y abalorios del forastero -torpes remedos de los nuestros-, que sin duda perseguían ofender nuestras tradiciones y contaminar nuestra lengua, como corroboraba su sonrisa hipócrita. Todavía refulgen bajo el sol las piedras con que lo lapidamos.

Albert Rossell

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