15.7.02

Arañas y galio

Quizá fuera por la arañita que pasó a mis pies, débilmente iluminada por el resplandor de la pantalla. O tal vez fuera más bien el galio que me habían inyectado aquella mañana, para una prueba médica. Apenas empezó la película, adiviné que también yo iba a transformarme. Spiderman me cayó muy bien desde el principio. Su modestia. Su sencillez. Su curiosidad natural por lo verdaderamente importante. Pero su amiga, en cambio, me predispuso contra él. Esas poses afectadas. Sus frases vacías, cursis. ¡Qué terrible mal gusto el del superhéroe! Cuando comenzó mi metamorfosis, ya había decidido ser el duende verde.

Albert Rossell

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