25.1.05

Amores perros

Se atraparon en medio del bosque, sin apenas dar tregua al jadeo. Sucumbieron entre sus brazos confundiéndose bajo las hojas que caían más despacio que deprisa. Los ojos de uno centelleaban contra la piel blanca de la otra y la saliva se mezcló con el sudor. El jadeo cedió al gemido. Alguien gritó ¡se acabó el descanso, sigan!
Los amantes se miraron con pasión y se despidieron con un leve parpadeo.
-Hasta el próximo bosque- susurró ella.
-Sí -rugió el, y continuaron su desenfrenada persecución.
Alguien creyó ver un lobo acechando una virgencita cerúlea.
-Puta- dijeron unos
-Malvado- soltaron otros

Agustí Sanfeliu

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